México, D.F. / Diciembre 19.-
La cantante Agnès Sohier, el tecladista Stephen Poulin y el baterista Mario Venditti llegaron un día al Cirque du Soleil con la idea de que su paso por esa compañía circense sería fugaz.
Con una formación como músicos profesionales en su natal Montreal (Canadá), los tres se rehusaron a pensar que cambiarían un estilo de vida rutinario por uno itinerante que les permitiría visitar lugares inimaginables arropados por el circo más famoso del mundo.
Desde hace varios años, ellos son los responsables de musicalizar cada noche los diferentes números acrobáticos que conforman Dralion, el espectáculo del Cirque du Soleil, que desde el pasado 26 de noviembre y hasta el 17 de enero se presenta en la Carpa Santa Fe.
A través de la fusión de ritmos tradicionales de Asia y Medio Oriente con géneros como el jazz y el rock, Sohier, Poulin y Venditti se encargan de pintar con sonidos este espectáculo, el mismo que lleva al público por un viaje al origen del circo tradicional chino, y que funge como una celebración de la vida y de los cuatro elementos que mantienen el orden natural: agua, fuego, tierra y aire.
El músico Stephen Poulin ingresó a la compañía en 1987 como tecladista de la producción del “Cirque Réinventé”. Aunque la invitación vino de parte de un amigo suyo, la sola idea de verse trabajar en un circo le causaba una confusión.
“Pensé que tocaría los teclados en un show tradicional de payasos, y eso me hacía dudar, pero nunca me imaginé que esta compañía revolucionaría el concepto del circo tradicional”, platica Poulin, en entrevista con KIOSKO.
– Llegó y se quedó
Originalmente a Poulin —quien antes del Cirque du Soleil trabajó como compositor para teatro, televisión y espectáculos dancísticos en Canadá— le plantearon la posibilidad de unirse al proyecto por tres meses, para una gira de la compañía por California.
“Lo pensé, sobre todo porque al ser sólo tres meses, tenía la opción de acabado el proyecto, retirarme si es que no me gustaba, pero todo cambió. Vi un video de lo que era el Cirque du Soleil y todo el aspecto musical, me di cuenta que era un concepto diferente, que la música fusionaba diferentes ritmos”, recuerda.
Son ya 22 años los que Stephen Poulin ha trabajado como músico para el Circo del Sol y además de las muchas satisfacciones que la compañía le ha regalado como creador sonoro, también ha tenido muchas más en el terreno personal, como la vez que conoció a su ídolo de toda la vida, el británico Peter Gabriel.
“Desde adolescente fui gran admirador de Genesis. Hace unos años, el Circo del Sol tuvo una temporada en el Royal Albert Hall, en Londres, entonces surgió la oportunidad de visitar los estudios de Peter Gabriel”, narra el tecladista.
Para sorpresa de Poulin y sus compañeros de banda del Circo, el ex Genesis apareció en los estudios para saludarlos, y él pudo conocer a su héroe musical.
– La libertad de improvisar
Mario Venditti ingresó al Cirque du Soleil en 1988, como suplente del baterista original de la compañía en el espectáculo La magie continue para una gira por EU. A diferencia de Poulin, la idea de trabajar en el circo no le produjo aversión. Simplemente no sabía qué esperar.
“Tenemos una música base que compone un equipo asentado en Montreal, ahí surgen todas las composiciones para el show. Toco lo que ellos me piden, nosotros podemos aportar ideas y platicarlas con el compositor, tenemos la libertad para hacerlo, siempre y cuando respetemos el concepto original”.
Al igual que Poulin, el Circo del Sol le dio a Venditti la oportunidad de conocer a sus dos ídolos: Michael Jackson y Sir Paul McCartney.
“Conocí a Michael Jackson en una función cuando el Cirque du Soleil fue a Santa Monica. Él iba acompañando a un niño enfermo de cáncer, los llevaron a una función especial. Los guardaespaldas no nos permitieron acercarnos, pero Michael lo autorizó y lo saludamos. También conocí a Paul McCartney en Londres, cuando estaba en el proceso de dar el sí al proyecto de Love”.
El músico señala que algo que el público desconoce es que el concierto que él y sus compañeros ofrecen cada noche en la función de Dralion es diferente. “Aparentemente son las mismas canciones, pero si hay algún percance con los acróbatas, nosotros debemos improvisar”.
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