Edinburg, Tex.-
Con apenas 21 años de edad, el destino le tenía deparado a José Gabriel Arellano Camacho el mejor regalo que en ese entonces ni siquiera había imaginado: su hijo José Angel, quien de pronto, y sin tenerlo programado, lo convertiría en papá soltero, en ese entonces estudiante de la carrera de ingeniería industrial.
La noticia de que sería padre, sin duda, le cayó de sorpresa, pues apenas unas semanas atrás había iniciado una relación con su pareja.
Paralelamente, Gabriel y su familia atravesaban un momento difícil; su hermano Adrián, que en paz descanse, estaba enfermo de cáncer.
Sin embargo, afrontando los hechos y aún con las discrepancias que había entre él y Angélica, José Angel nació en Edinburg, hasta donde Gabriel se trasladó inmediatamente cuando se enteró de la noticia, por medio de un cuñado de ella.
Angélica se había ido a Guadalajara y regresó al Valle de Texas dos semanas antes de dar a luz.
La primera vez que Gabriel vio a su hijo lo embargó un sentimiento que lo conmovió hasta las lágrimas.
“Nunca le pedí una prueba de embarazo, ni nada por el estilo, el niño, pues… ¡obviamente está igualito a mí! ¡igualitito!”.
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