Jerusalén, Israel.-
De los seis millones de judíos asesinados por los nazis en la Shoa (Holocausto) durante la Segunda Guerra Mundial, un millón y medio eran niños. Para recordarlos, hay en el Museo Yad Vashem de Jerusalén un memorial especial, que conmueve y eriza la piel.
El observador se adentra en una sala oscura, en la que luces pequeñas que representan a los niños muertos los guían. Y de fondo, los nombres… y las edades… 5 años… 3 meses… 2 años… 7 meses… 13 años…
Esta semana, pocos días antes de Iom Hashoa (el Día recordatorio del Holocausto, que se conmemora este jueves), se inauguró la exposición “Niñez durante el Holocausto: Estrellas sin Cielo”, dedicada a los niños asesinados y sus historias. Como la del niño que cuando cumplió 13 años, que en el judaísmo es un punto de inflexión y bajo el nombre de “bar mitzvá” significa la madurez, la edad de asumir la responsabilidad de seguir los preceptos, no tenía con quién compartirla. Escondido en el bosque, sabiendo que no tenía ya familia con la que celebrar ni ante la cual leer el capítulo que le tocaba esa semana del texto bíblico, cortó unas ramas, las incrustó en la tierra a su alrededor… e imaginó que eran sus seres queridos.
O como la de Ina Renet Rehavi, hoy de 80 años, que se salvó junto con su madre… y su osito de peluche. “Mushi tiene 80, igual que yo, porque me lo regalaron cuando nací”, dice sonriente, señalando a su muñeco dentro de una vitrina en la que hay expuestos menos de 50… del millón y medio, por lo menos, que seguramente había, si se supone que cada niño tenía uno.
Niños israelíes se acercan y miran los objetos, las fotos gastadas, y leen los recuerdos. “Me parece muy doloroso que niños como nosotros hayan sufrido… y otros hasta murieron”, dice Elí, de 9 años, cuyo hermano Ionatan cuenta que su abuelo, nacido en Bélgica, era bebé durante el Holocausto y se salvó porque su madre lo escondió en una olla.
Otro sobreviviente es “Peter”, nacido en Praga cuando ya había estallado la guerra. “Me puedes presentar como Peter Grinfeld Klaiman”, dice sonriente. Su largo nombre encierra una historia: Klaiman era el apellido de su familia biológica y Grinfeld, la de la familia que lo adoptó cuando, al terminar la guerra, teniendo él solamente 4 años, estaba solo en el mundo.
Fue víctima de los experimentos del terrible “Angel de la muerte”, Joseph Mengele. “Recuerdo aún el dolor físico, en el cuerpo”, asegura. “Pero lo peor es que sigo buscando a mi hermana melliza… y no logro encontrarla”.
Peter recuerda que en Auschwitz, un día preguntó a otros niños, mayores que él, por qué no les llevaban más comida, si olía a que estaban cocinando carne. “Me aclararon: son los crematorios… y es la carne de las víctimas lo que olemos”. La suavidad con la que habla se convierte en un duro silencio. Luego agrega: “Yo no paraba de llorar… y me dijeron que si no dejaba de hacerlo, el camino al crematorio sería muy corto … y que ahí terminaría todo”.
“Todos queremos un mundo seguro y hermoso para nuestros hijos y nietos”, nos dice Avner Shalev, director de Yad Vashem. “Y en la Shoa, eso ningún padre lo podía dar a sus hijos”.
Comienzan ceremonias. El país comenzó desde este miércoles los actos conmemorativos de la jornada nacional en recuerdo de las víctimas del Holocausto, en esta ocasión con especial énfasis al cumplirse el 70 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.
En un acto en el Yad Vashem en donde seis supervivientes encendieron seis velas en recuerdo de los seis millones de caídos, el primer ministro Benjamin Netanyahu acusó a la comunidad internacional de ignorar la política “agresiva” de Irán y repetir así la “ceguera” que tuvo con el nazismo en Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial.
El jueves, a las 10:00 hora local y durante dos minutos, las sirenas antiaéreas paralizarán el país en memoria de las víctimas del nazismo, tras lo cual se realizarán diversos actos.
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