México, D.F. / Dic. 2
En la tranquilidad de su casa, “muy realizada y en paz porque alcanzó a ver su obra reunida” por el Fondo de Cultura Económica, murió hoy a los 80 años la poetisa Enriqueta Ochoa, quien en mayo pasado recibió un modesto homenaje en el Palacio de Bellas Artes, en el que se recordaron sus andanzas en Torreón, Cuahuila, donde nació en 1928, y en el que la propia escritora leyó algunos de sus poemas.
Su hija, la también poeta Marianne Toussaint, dio la noticia a EL UNIVERSAL y vía telefónica recordó un poema que su madre leyó hace unos meses.
“Si me voy este otoño/ entiérrame bajo el oro pequeño de los trigos/en el campo/para seguir cantando a la intemperie/ No amortajes mi cuerpo/No me escondas en tumbas de granito…”
Toussaint contó que Enriqueta Ochoa, quien fue muy amiga de los poetas Dolores Castro y Jaime Sabines, aunque también conoció a Rosario Castellanos, tenía problemas vasculares, “pero quiso que la dejáramos en su casa, donde murió tranquila, no quiso ir a un hospital”.
Sus restos mortales son velados en una agencia funeraria de la colonia Del Valle.
Entre las obras de Enriqueta Ochoa destacan “Las urgencias de un Dios”, “Las vírgenes terrestres”, “Los himnos del ciego”, “Retorno de Electra”, “La siesta”, “Bajo el oro pequeño de los trigos”, “Marianne” y “Perfecto mío, señor de los Potreros”, entre otros poemas.
Ochoa perteneció a una generación de mujeres poetas que afirmó su presencia dentro de la literatura de nuestro país, con una poesía cuya esencia es intimista y a la vez abierta a las reflexiones profundas sobre la naturaleza del ser humano.
Su contribución a la tradición literaria nacional fue reconocida en mayo pasado, cuando la escritora celebró su cumpleaños número 80.
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