Cd. de México.-
Son llamados “pequeños gigantes” debido a que son bebés prematuros que nacieron antes de los nueve meses de gestación. Llegan a pesar menos mil 500 gramos y pueden medir el tamaño de una palma de la mano.
Todos los días luchan por su vida, porque la mayoría de sus órganos están inmaduros, por lo que tienen riesgos de adquirir infecciones respiratorias, gastrointestinales, problemas del corazón, oídos y ojos.
Autoridades de salud y académicos aclaran que la mortalidad infantil en niños menores de cinco años ha cambiado en México, antes eran por neumonías, hoy en día, la principal causa de muerte es por prematurez.
Cifras de la Secretaría de Salud establecen que la mortalidad neonatal representa 60% del total de la muertes infantiles en México. Le siguen las malformaciones congénitas y la sepsis (infecciones). Ese es el caso de Suleima Pérez que nació el pasado 22 de marzo, a las 25 semanas (menos de seis meses) de gestación.
La pequeña pesó 708 kilogramos y midió 33 centímetros. “Esta muy pequeñita, pero cuando oye mi voz, se mueve toda”, comenta Asunción, quien todos los días acude a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Instituto Nacional de Perinatología (INPer) para platicar con su hija, quien se encuentra conectada a un respirador. “Como nació bien prematura, se le dificulta respirar”, dice la mamá.
Sabía que había bebés que nacían de 20 semanas, “pero nunca que me iba a pasar por algo así. Dios es muy grande, por algo está mi Suleima aquí, por algo ella está luchando por su vida”.
Cada año se estima que hay 2.2 millones de nacimientos en México, de 179 mil a 180 mil serán prematuros, dice Jorge Arturo Cardona Pérez, director general del INPer.
Del total de esta cifra, agrega el pediatra neonatologo, 9 mil 500 serán bebés que nacieron por abajo de la semana 26, 60% de los cuales sobrevivirá. “Son bebés que por lo general su peso oscila en los 500 y 750 gramos, son pequeños como la palma de la mano”, comenta.
Primera causa de muerte
En entrevista para EL UNIVERSAL, Cardona Pérez explica que el recién nacido prematuro es cualquier niño que nace antes de la semana 36.6, es decir, antes de la semana 37 (9 meses de embarazo).
Un niño prematuro se divide en tres grupos: el prematuro extremo, que nace por la semana 28 (seis meses y medio); el bebé moderado, que se encuentra por la semana 28 y la 31.2 (siete meses y más) y el prematuro tardío que es de 32 a 36.6 semanas (ocho meses). “Es importante reconocer esto, porque de ahí depende mucho cual va a ser el pronóstico y qué va a pasar”.
Desde su experiencia, para un recién nacido prematuro moderado o tardío, por lo general el diagnóstico es bueno, es menos grave que el bebé extremadamente prematuro. El grave problema es el volumen, cerca de 118 mil serán bebés prematuros moderados a tardíos, lo cual es delicado porque presentan problemas respiratorios, son más susceptibles a presentar problemas gástricos e intestinales, así como problemas infecciosos. “Y su desarrollo a largo plazo se puede ver impactado por esa prematurez, que si bien no es tan grave que la menor de 28 semanas, no deja de ser delicado”, dice.
Pequeños gigantes
Diana Zamorano se lava las manos y se coloca su bata para entrar al área de cuidados intensivos neonatales, donde se encuentra su hijo Dairon Alei, que ella dice significa: “Él que da alegría”. Cumplió un mes que su hijo nació y todos los días viaja tres horas desde Tultitlán, Estado de México, al INPer para estar con él, para platicarle y cantarle.
Es su segundo embarazo. El primero lo tuvo hace dos años y fue un bebé que nació a las 24 semanas de gestación, “estaba tan pequeño que no tuvo posibilidades de sobrevivir”, dice la joven de 26 años. Fue una experiencia muy dura, confiesa. “Este bebé es ahora una bendición, un regalo muy grande. Veo cómo crece, sus gestos, lo tocó. Le habló y comienza moverse, abre los ojos. A veces lo veo tan quietecito en su cuna, que no le quiero hablar. Es mi pequeño gigante, porque todos los días lucha por sobrevivir.
“Mi bebé nació el 18 de marzo de este año. No lo escuché llorar, pero después de unos 10 minutos, los médicos me dijeron que estaban atendiéndolo, que le estaban dando oxigenación para que se mantuviera respirando”.
Después trajeron la hoja de alumbramiento y decía que lo iban a pasar a terapia intensiva. El niño peso un kilo 35 gramos y midió 30 centímetros. “Estaba muy pequeñito, a los dos días de nacido bajó hasta 830 kilogramos, porque tenía una infección en su cabecita”.
El mayor problema es su respiración, por sus pulmones inmaduros, los médicos no saben cuándo va a dejar el respirador artificial. Incluso, nos dicen que puede haber desprendimiento de retina porque el oxígeno a pesar de que ayuda a los bebés, también les hace daño a sus ojos.
En estos cuneros pasan muchos casos de bebés que nacen de 500 gramos y que logran pasar a terapia intermedia cuando pesan 2 kilos 500 gramos. “Eso me da esperanza porque sé que bebés más pequeños que el mío han salido adelante, sobrevivido y están mejorando. Eso me hace pensar que mi hijo puede ser de esa estadística, de esta situación tan difícil”.
Estrés, adicciones y genética
Con una experiencia de más de 30 años, el director general del INPer explica que un bebé de bajo peso al nacimiento es aquél de menos de 2 mil 500 gramos; un bebé de muy bajo peso al nacimiento es aquél de menos de mil 500 gramos y el bebé de peso extremadamente bajo al nacimiento es aquel de menos de mil gramos.
¿Cuáles son los factores de la prematurez?
—Es multifactorial, se divide en tres aspectos: el macroambiente, se refiere al ambiente en donde nos desarrollamos, a los estilos de vida sociales y económicos, que de alguna manera puede impactar o favorecer la presencia de prematurez: por ejemplo, jornadas laborales muy largas para las mujeres embarazadas.
Otro es el matroambiente, es decir, las condiciones nutricionales de la madre, si hay enfermedades conmorbitantes, si la mujer es diabética, hipertensa o problemas de tiroides, lo que favorece que el bebé pueda ser prematuro. El tercero es el microambiente: el útero y al bebé como tal. “Si por alguna razón la madre tuvo una cirugía previa, tiene miomas, una placenta mal insertada, o el bebé no está creciendo muy bien o tiene complicaciones en la portación del flujo sanguíneo de la madre hacia el feto”.
Cardona Pérez comenta que estos son tres de los grandes problemas que pueden en un momento presionar a la prematurez: el macroambiente, que es todo el aspecto social; el matroambiente, que son funciones de la madre y el microambiente, que es ligado al útero, placenta y al propio producto en gestación.
En ello coincide Arturo Perea Martínez, presidente de la Academia Nacional de Pediatría, quien asegura que la prematuridad tiene que ver con infecciones, obesidad, diabetes en el embarazo, y hasta aspectos sociales como violencia, estrés, “de tal manera, que todo eso debe atacarse para disminuir la frecuencia de prematuridad, que es un factor de riesgo de muerte en la etapa de recién nacido, que si nosotros la podemos evitar favorecemos la sobrevida de los niños”.
El también médico del INPer de la Secretaría de Salud, comenta que la prematurez es un factor importante de riesgo de muerte perinatal, muerte de recién nacido, y tiene que ver mucho con el estado nutricional de la pareja en el momento de la concepción.
Nena luchadora
Asunción Pérez Hernández recuerda que a los tres meses de embarazo comenzó a sentir contracciones: “Fui al médico y me decía que era normal. Si me hubieran dicho que mi embarazo era de alto riesgo hubiera guardado reposo, pero como normalmente trabajaba, hacia mis quehaceres, no alcance a llegar a los seis meses de embarazo”, recuerda.
Mi bebé peso 708 gramos y midió 33 centímetros, era una cosa muy chiquita, y después de nacida bajó a 600 gramos. Ahorita, pesa 900 gramos, a veces baja 20 gramos y sube 10 gramos. “Los médicos me dicen que va más o menos. Como nació bien prematura se le dificulta respirar. Hoy me dijeron que le van a hacer una cirugía porque tiene un soplo en el corazón. Primeramente Dios que todo saldrá bien. Yo le habló y le digo que luche por su vida, que le eché muchas ganas, y que no la voy a dejar sola y que estaré siempre con ella. Ella como que me siente y se empieza a mover, a estirarse. Me dicen los doctores que hay que hablarle para animarla, para que sigan adelante, para que luche por su vida”, cuenta Asunción, quien mira a su bebé a través del enorme ventanal de cristal de la Unidad de Cuidados Intensivos del INPer.
Jorge Cardona Pérez reconoce que se requiere mejorar la infraestructura hospitalaria y recursos humanos: tener pediatras más capacitados, neonatólogos y enfermeras neonatólogas. “En el momento en que mejoremos en el número y la calidad de la preparación de las enfermeras para atender a los recién nacidos, vamos a tener una disminución en la mortalidad neonatal e infantil. Hay 295 unidades de cuidados intensivos neonatales, pero cuántas de ellas cumplen con los estándares, no lo sé”.
Afirma que se trabaja en el proyecto Apoyo Vital Integral del Neonato, que es una capacitación para pediatras, enfermeras y neonatólogos en los tres aspectos principales de la mortalidad neonatal precoz: dificultad respiratoria y asfixia, malformaciones congénitas y sepsis (infección). “Con esto podemos tener una disminución de 42% en la mortalidad neonatal”.
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