Monterrey, N.L.-
Ha sido tanta su obsesión por las Torres, que Alberto Vargas no sólo las construye a pequeña, mediana y a grande escala, sino que habita en una de ellas.
La exposición “Torres en Cálamo” se exhibirá a partir de hoy en el Patio de las Esculturas de la Pinacoteca de Nuevo León a las 19:30, en donde el curador Guillermo Sepúlveda tendrá una charla con el artista.
Una selección 40 esculturas realizadas en materiales de acero-corte y mármol despuntan en el piso del Patio ala norte del Colegio Civil, como tallos de diversos tamaños que evocan a las torres gemelas de Nueva York o a las de San Giminiano, una ciudad italiana del medievo.
El galerista y promotor cultural, recordó cuando tuvo su primera buena impresión del trabajo del arquitecto Alberto Vargas, cuando fue a Espinazo Nuevo León, a ver al Niño Fidencio y de regreso pasó por Mina y se encontró con una construcción de una biblioteca.
“Se me hizo maravillosa la arquitectura, en donde estaba lo contemporáneo y lo norestense junto ; desde los acabados, los volúmenes, los elementos de jardín, etcétera “, señaló Sepúlveda.
Y en esta ocasión, cuando fue invitado para la curaduría de esta exposición , consideró que la obra del artista refleja su personalidad, pues la elegancia y sencillez lo caracteriza.
“Yo siempre busco una vocación, pasión, pero sobre todo congruencia en el artista. Ayer que estábamos platicando, así como son sus obras, es él; no se puede desprender un milímetro, porque aunque parezca exagerado, la exactitud es una de sus condiciones mayores”, expresó.
Mencionó que esta muestra, es una panorámica de 25 años, de la que la Pinacoteca de Nuevo León hace un reconocimiento al arquitecto y escultor por su labor artística y a sus múltiples logros y distinciones.
Destacó que los diseños monumentales, la elegancia en las formas y la síntesis y la pureza en los acabados, son las constantes en la obra de Vargas.
“La elegancia es un elemento muy importante en la producción de estas obras; la elegancia y la síntesis son los dos elementos que dejan la pureza, pero que exigen un acabado terrible”, consideró Sepúlveda.
Desde niño, Alberto Vargas se sintió atraído por las torres , ya que su abuelo trabajaba en La Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, y a veces lo acompañaba y quedaba impactado con los hornos.
“Entonces, cuando él veía estas chimeneas, estas torres, veía como estas cosas estaban habitadas porque había gente trepada arriba y desde ahí viene esta atracción por el acero”.
Vargas confirmó lo anterior al compartir que siempre tuvo la necesidad de construir algo, por eso se inclinó a estudiar arquitectura.
“Como decía Memo, yo tengo antecedentes de que me interesaba desde niño la arquitectura. No sabía que existía como carrera, y desde que tengo uso de razón, sabía que tenía que construir algo y entonces usaba los juguetes rotos de mis hermanos los usaba como materia prima para apilarlas para convertirlas en edificios o construcciones”.
Explicó que le gustaba dejar la llave de la manguera abierta en el jardín de su casa para que se hicieran una especie de islas, a las que después llenaba con “edificios”, pues sin saberlo estaba anticipando lo que en el futuro sería su profesión.
“Todas estas esculturas tienen un dato importante en relación a la imaginación. En la mayoría de las piezas tienen cavidades o pequeñas ventanas, que sirven situarnos nosotros como niños e imaginarnos que alguien vive ahí, tal vez nosotros no, pero tratar de descubrir el misterio de que hay dentro de ellas”, compartió.
Alberto Vargas ha expuesto de manera individual dentro de Monterrey en la galería Arte Acual Mexicano, el Museo Marco, La Pinacoteca de Nuevo León, en el Centro de las Artes, en el Parque Fundidora y ha participado en bienales y ferias internacionales de arte entre las cuales: la IV y V Bienal FEMSA; Expoarte, VI Feria Internacional de Arte Contemporáneo y I Bienal de Escultura 2008, en Guadalajara, Jalisco, por mencionar algunas.