MONTERREY, N.L.- “No se debe poner la novela, el poema, la literatura en sí, al servicio de la química, de la historia, o de la sociología, sino, simplemente hacer literatura. Si ya de por sí tiene cierta carga, porque la vamos a cargar con más dobles intenciones”, afirmó Orlando Ruiz, quien presentó el fin de semana pasado su novela Vidrios Rotos.
Lo anterior, en relación a una reflexión que el también escritor Carlos Calles, hizo sobre su novela, cuyo contexto aborda la guerra sucia en México y los personajes principales pertenecen a la ideología de la izquierda.
“En realidad, digamos que mi propósito no era escribir una novela de denuncia. Yo creo como Graham Greene, que lo que debe uno en primer lugar hacer es contar una historia y si de esa historia alguien encuentra un contenido político o social es por su cuenta.
“Pero si uno antepone la intención política o social en su escritura, lo que hace es darle en la madre, porque automáticamente es darle un carácter de esclava a la literatura; y eso es algo si lo tiene en sí, como decía Alfonso Reyes, hay que evitar que caiga más profundo de esa esclavitud”, consideró el escritor originario de Tampico, Tamaulipas.
“Vidrios Rotos fue presentada dentro de la Feria Universitaria del Libro UANLeer y el autor estuvo acompañado del editor Antonio Ramos Revillas y el escritor Carlos Calles, quien habló sobre el perfil del protagonista de la novela y su conflicto personal.
“Se trata de una novela que desde el primer capítulo empieza muy fuerte, y uno se empieza a dar cuenta que es una novela acerca de la vida, de los conflictos humanos: lo que somos, no somos, lo que nos gustaría ser y quizá lo más difícil, como vamos a llegar a ese punto que nosotros visualizamos.
“Nos presenta al personaje: un escritor que está agotado, aburrido y tiene una novela que ha estado trabajando; una de estas novelas que se quedan estancadas, parece que nunca se van a terminar a pesar de que quizá en páginas estén terminadas, pero la novela está simplemente estancada”, relató Calles, uno de los fundadores del Colectivo Resortera.
Refirió que el escritor había puesto un gran empeño cuando empezó a trabajar pues tenía una idea muy prometedora, pero con el tiempo se fue apagando su entusiasmo y por ende su constancia en la novela.
“Esto se puede extrapolar bastante bien a cualquier otra parte de la vida, es decir, ¿para qué nos despertamos en la mañana? pues unos días es más fácil hacerlo que otros; y también se puede llevar al terreno del amor, cuando empieza una relación muy prendida, electrizante y después se va perdiendo esa chispa”, añadió.
Por su parte Antonio Ramos recordó cuando leyó “Vidrios Rotos” por primera vez y la trama lo atrapó, pero al mismo tiempo descubrió diferentes técnicas narrativas.
“Empiezas a ver estructuras que están jugando y que están más allá de la arquitectura literaria”, indicó el autor de “Puppy Love” y “Mi Abuelo el Luchador”, por mencionar algunos.
Comentó que su relación con Ortiz es muy cercana, pues al tomar un taller impartido por el novelista Tamaulipeco, terminó su primer novela para adultos.
“Yo lo conocí hace ocho años en la Fundación para Letras Mexicanas y el maestro estaba dando un taller de narrativa; yo tenía en mi sesiones un libro de cuentos y cuando fui al taller de Orlando, me dijo que si ya estaba escribiendo cuento, tenía que escribir novela.
“Y la novela que escribí con él fue El Cantante de Muertos, que fue mi primer novela para adultos y es algo por lo que yo siempre le voy a estar agradecido”, manifestó Ramos Revillas.
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