México, D.F.-
Para el escritor Rafael Pérez Gay la enfermedad neurodegenerativa que su hermano José María padeció en sus últimos años de vida fue un hecho que merecía ser contado. Así, con una visión de periodista y de escritor que “quiere contar lo que pasa”, el editor y ensayista emprendió la escritura de la novela “El cerebro de mi hermano”, ganadora del Premio Mazatlán de Literatura 2014.
“No pude en ningún sentido ni en ningún momento renunciar a ese hecho que estaban pasando ante mis ojos. Tenía que escribir este breve libro, que trataba del cerebro de mi hermano, de la ciudad de México y de mi familia”, relató esta noche Rafael Pérez Gay, durante la presentación de su obra en el Palacio de Bellas Artes.
Acompañado del periodista y escritor Héctor de Mauleón, el también colaborador de EL UNIVERSAL indicó que su más reciente libro, editado por Seix Barral, así como su novela “Nos acompañan los muertos” (2010), son obras que tienen que ver con la muerte, con la edad, pero sobre todo hablan de la continuidad de la vida.
Ambas obras, sugirió Héctor de Mauelón, también marcan un cambio visible en la narrativa del autor de obras como Paraísos duros de roer y Esta vez para siempre, pues aquel “escritor humorista, un poco liviano”, toma otra densidad en sus más recientes obras, cobra “una solidez imposible de no ver”.
Pérez Gay señaló por su parte que tanto “Nos acompañan los muertos”, como “El cerebro de mi hermano” nacieron a partir de dos circunstancias críticas, que le permitieron escribir con más libertad, mezclando elementos de crónica, narrativa, memorias personales y de familia.
La primera obra, recordó, la escribió a partir de que en 2007 le detectaron un cáncer de vejiga, mientras que la segunda habla de la enfermedad de su hermano, el traductor y diplomático José María Pérez Gay, quien tras padecer una enfermedad neurodegenerativa falleció en mayo de 2013. “Me parece que cuando uno se enferma cambia la visión de muchas cosas. En mi caso, me permitió escribir con mucha más libertad, porque pensaba que me iba a morir…Hubo una especie de encuentro con cierta libertad, con cierto modo, pero también hay un contrapunteo irónico, detrás también está la ciudad de México”, dijo.
En el caso de “El cerebro de mi hermano”, aseguró, “tenía que ser como un soplo de la memoria, algo breve, que fuera como un momento de hermandad”.
Durante el evento, realizado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el autor habló con Héctor de Mauelón sobre sus primeros pasos como cronista, narrador y editor en Cal y Arena, sello que actualmente dirige. También habló de la relación entre el periodismo y la literatura: “Me da exactamente lo mismo escribir un relato que parezca un reportaje, que escribir un cuento que parezca una pieza literaria”, señaló.
Se trata, dijo, de una posibilidad que ha logrado descubrir sobre la marcha: “Hay que ir y escribir la pieza que traes entre manos, con la mayor capacidad e inteligencia que tengas, como si fuera la última pieza que vas a escribir en tu vida; eso es lo que yo quiero hacer”, sostuvo.
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