Guanajuato, Gto. / Octubre 29.-
La soprano Sumi Jo, dice, no es una diva de la ópera, al menos no en el sentido más tradicional. Además, su trayectoria registra trabajos que la han alejado de los teatros, pero la han acercado a públicos masivos: la televisión y el cine.
Tampoco es una cantante común, es de origen coreano y al principio de su carrera fue difícil entrar a un mundo en el que predominan las artistas occidentales. Además, no es una mujer con una vida ordinaria: no celebra cumpleaños con su familia, no fue al funeral de su padre y la mayor parte del tiempo duerme en hoteles de lujo y viaja en primera clase.
Pero hay algo que Jo ha conseguido gracias a su instrumento: uno de los más grandes elogios que alguien le ha dicho, “una voz del cielo”, en voz de Herbert von Karajan. Ella no olvida aquél día de 1986, cuando durante los ensayos de “Rigoletto” en el que haría el rol de Gilda, el maestro haría mención de su talento. “Me temblaban las piernas, sabía que él estaba ahí, tras las sombras. Tenía mucho miedo, fue algo impactante para mí”.
La soprano nacida en Seúl en 1962 se presentó por primera vez en México, en el marco del Festival Internacional Cervantino para ofrecer en el Teatro Juárez un programa que incluyó el aria “Sposa son disprezzata”, una de las más expresivas joyas de la producción vocal de Antonio Vivaldi, así como una versión cantada del vals “Por el bello Danubio Azul” de Johan Strauss, entre otras obras.
En conferencia de prensa, la soprano se definió a sí misma y explicó sus intereses: “No soy una diva de la ópera, porque es una carrera en la que siempre se tiene que estar trabajando, no importa la gran cantidad de grabaciones que hayas hecho. Además, me he enfocado en música de conciertos y también he cantado en espectáculos de televisión y en diversas películas, he trabajado con actores como Julia Roberts y Johnny Depp. Me gusta saber que mi voz puede servir para cosas como esas, pero también me alegra saber que a través de esos medios se puede llegar a públicos más amplios”.
Y añadió: “A pesar de todo, nunca he olvidado que soy una cantante de ópera, me tomo mi trabajo muy en serio. Todo lo demás no lo he buscado, ha llegado a mí y realmente me gusta porque creo que puedo contribuir a que más gente se acerque a voces como la mía”.
La soprano que compartió un premio Grammy por Mejor Grabación de Ópera, en 1992, por la interpretación de “Die frau ohne schatten”, de Richard Strauss, sostuvo que es muy difícil para una cantante asiática hacer carrera en Europa y Estados Unidos.
“Cuando llegué a Italia nadie podía creer que una asiática cantara ópera, por fortuna tuve el apoyo del maestro Karajan para empezar mi carrera sólida. Fue difícil acoplarme a la cultura europea, luego participé en muchos concursos y quizá tuve suerte porque los fui ganando. Así empezó todo y poco a poco me fueron conociendo, pero es cierto que algunos teatros no creían que podía lograrlo, pero pensaba en que por cada puerta cerrada, había una abierta. Además siempre creí en mi talento y sabía que era mi destino, que si trabajaba muy duro en algún momento los escenarios serían para mí”, explica.
Según la crítica, Jo está dotada de una voz de coloratura excepcional que le permite ahondar en distintos géneros, algo que, confiesa, no ha conseguido con facilidad. “Recuerdo que fue mi madre la que me impulsó a ser cantante, yo quería ser veterinaria, pero ella me dijo que podía lograrlo y desde antes de nacer ya escuchaba ópera y conocía a María Callas. Acepté la decisión de mi madre, pero hay cosas que perdí que no podré tener nunca más, como pasar cumpleaños con mis padres o asistir al funeral de mi padre”.
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