Reynosa, Tam.-
La historia de cómo nació el fenómeno viral llamado “los XV de Rubí”, ya todos la conocen.
No era, por supuesto, la intención de los padres que aquello se desbordara. Cuando probaron el dulce sabor de la fama, les agradó y accedieron al guiño que les hizo esa veleidosa señora.
No solo la chica, los padres fueron seducidos; a los que ellos veían en la tele, ahora les hablaban de tú a tú.
Los oportunistas hallaron un resquicio adecuado para treparse a la cresta de la ola y comer una rebanadita del pastel de la fama que la chiquilla potosina se comía a manos llenas.
Cantantes, actrices, conductores, grupos, bandas, gobernadores y políticos como Layín, el priista que confesó que roba, “pero poquito”, llegó también por su tajada de reflectores y atención, para obsequiar un auto que pidió fiado en la agencia y no se sabe quién lo pagará.
¿Era una noticia para cubrir, periodísticamente hablando?
Por supuesto que no.
Que una chica cumpla años y le hagan una fiesta, no es noticia.
El desgarriate que se esperaba, como sucedió, con decenas de miles espontáneos que atendieron la “invitación”, sí era algo que debería documentarse desde el punto de vista periodístico.
Por eso estuvimos ahí.
Por eso HORA CERO decidió mandar a dos reporteros y un experto en redes y comunicaciones. Algo podría pasar… o no.
El reto era estar ahí a como diese lugar.
Algunos medios “serios” decidieron no hacer caso a tan banal ocasión; pensaron tal vez que cubrir un fenómeno viral con protagonistas de sombrero, cinto piteado y botas y una niña emplastada de maquillaje y con vestido rojo abarataría sus páginas y pantallas.
Olvidaron un principio básico: la noticia es la noticia; no tiene olor, sabor o condición social.
Acostumbrados al periodismo de finales del siglo pasado, donde la noticia no lo era, no existía, si no la decía Jacobo o si los medios oficiales no le daban “ocho columnas”, hoy, las redes sociales le dieron una lección a muchos medios que menospreciaron el evento “por naco” y al final, tuvieron que admitir que la gente quería saber, tal vez por pura curiosidad, qué sucedió ahí.
El olfato de nuestros directivos ratificó, una vez más, que no se equivocaron.
Era una fiesta grande que nadie se quería perder, como escribió nuestro reportero José Manuel Meza… “ni siquiera la muerte”.
Por eso…. por eso estuvimos ahí.
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