Williamsport, Penn. / Agosto 20.-
Por primera vez en muchos años, la villa donde se hospedan los niños que participan en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas 2010 fue abierta a los medios de comunicación y horacero.com.mx fue el único medio latinoamericano que estuvo en el recorrido.
Debido a que vienen jovencitos de todo el mundo, las reglas de seguridad son muy estrictas y casi nunca se puede tener acceso a este lugar donde los muchachos se mantienen alejados del público e incluso de sus familias mientras están participando en el torneo.
Steve Barr, director de comunicación del evento, condujo el recorrido empezando por el área de comidas, donde los peloteritos y sus coaches desayunan a partir de las 7:30 horas, comen antes de la una de la tarde y cenan a las ocho.
“El que no llega a tiempo se queda sin comer”, dijo Barr con una sonrisa, pero con toda la seriedad de la verdad.
Eran las 8:00 horas del viernes 21 de agosto y algunos chamacos y adultos tomaban sus primeros alimentos. Se vieron sorprendidos por las cámaras y flashes de los periodistas quienes constataron que la comida es de buena calidad y abundante. Tienen a su disposición cereales, frutas, leche, yogurth, huevos y jugos.
En la villa hay también un espacio para enfermería, lavandería, dormitorios, área de juegos, alberca y muchos espacios verdes para disfrutar.
Jorge Mares, jugador del equipo mexicano, estaba disponible para platicar de su expriencia en la villa.
“Adentro hay literas, una tele para todos y compartimos los baños con Southwest”, dijo desde la entrada de su cabaña. “Ya hice muchos amigos, compartimos pins y correos”, comentó.
Los jugadores tienen que permancer en sus habitaciones durante el día y sólo salen en grupo para comer o entrenar. También les permiten ciertas horas para pasar al edificio de juegos, donde hay mesas de ping pong, videos y televisores, pero no sillones o sillas. Tampoco tienen acceso a máquina de refrescos o comida chatarra.
Cuando la temperatura lo permite, la alberca es abierta y pueden tomar algún chapuzón, pero por lo general el frío impide que puedan usar esa instalación.
Las medidas de seguridad son muchas y los jovencitos tienen un gafete y una pulsera que indica la fecha y la hora en la que salen al campo de juego. Con ellos sólo pueden estar el manager, dos coaches y un intérprete, este último lo proporcina la organización. Cada año hay dos voluntarios que fungen como padrinos del equipo y los acompañan a todas partes cuidando su seguridad.
Si tienen un poco de suerte, los equipos tendrán la oportunidad de salir un día al mall o a conocer la ciudad. Por lo general, los equipos que avanzan en el calendario no pueden darse ese lujo.
A pesar de todo, vale la pena estar encerrado en esta jaula de oro que no cualquiera puede habitar… o visitar.
Si sus familias quieren saludarlos o platicar con ellos durante el torneo, tienen que aproximarse a la cerca y esperar que con un poco de suerte los vean y se puedan acercar para charlar.
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