Buenos Aires, Argentina.-
Argentina mantiene el reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas a 30 años de la guerra que perdió contra Reino Unido y que desde entonces cubrió de tensión las relaciones bilaterales.
El 2 de abril de 1982, el fallecido dictador Leopoldo Galtieri ordenó el desembarco de tropas en el territorio que el imperio británico había ocupado en 1833 y cuya soberanía reclama Argentina por estar ubicada a escasos kilómetros de su costa atlántica.
Galtieri, quien había llegado a la Presidencia de facto en diciembre de 1981, utilizó una añeja causa nacional para tratar de renovar la popularidad de una dictadura que gobernaba al país sudamericano desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
A principios de los 80, el gobierno militar, que implantó el terrorismo de Estado, estaba en plena decadencia debido, sobre todo, a la grave crisis económica provocada por las políticas que empobrecieron aceleradamente a los argentinos.
Los primeros días de la guerra colmaron de euforia a una gran parte de la sociedad que se olvidó por un rato de los crímenes cometidos por los dictadores y acudió en masa a vitorear a Galtieri, quien retó a los británicos a pelear por las islas.
El represor creyó que la primera ministra británica Margaret Thatcher no entraría en guerra por una colonia ubicada a 12 mil kilómetros de Londres y habitada sólo por tres mil personas.
Pero se equivocó, ya que la “Dama de hierro” aceptó el reto y 77 días después del desembarco argentino recuperó las islas, lo que le valió, a ella sí, la recuperación de su popularidad en momentos en los que enfrentaba una crisis política interna.
Galtieri, derrotado, tuvo que renunciar a la Presidencia en junio y años después fue denigrado en su cargo de teniente coronel y fue condenado a prisión por un tribunal militar por la irresponsabilidad con la que había lanzado la guerra.
Desde entonces, la historia del conflicto armado ha sido una herida abierta para los argentinos y es uno de los pocos temas en los que todos los sectores de la sociedad coinciden: las Malvinas fueron, son y serán argentinas.
La disputa sigue vigente y se recrudeció el año pasado con las denuncias de la presidenta argentina Cristina Fernández por los ejercicios militares y la explotación de recursos naturales que los británicos llevan a cabo en las islas.
El gobierno ha llevado su reclamo de soberanía a todos los foros internacionales y en diciembre pasado logró que los 12 países de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) se pronunciaran contra la ocupación británica.
Además, la Unasur anunció que impediría el paso en las costas de la región a barcos identificados con la bandera malvinense por considerarlo ilegal.
Gracias a esta decisión, Fernández ha considerado que Malvinas “ya no es sólo una causa argentina, sino latinoamericana”, y ha descartado que se pueda producir una nueva guerra porque el país sudamericano continuará utilizando sólo la vía diplomática.
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