Ciudad del Vaticano / Mayo 1.-
Desde hoy Juan Pablo Segundo ingresó al libro de los beatos de la Iglesia Católica ante aproximadamente un millón de personas que, como en su funeral hace seis años, invadieron la Plaza de San Pedro y sus alrededores.
El cardenal Agostino Vallini solicitó junto con el postulador de la causa, Slawomir Oder, que el Papa Benedicto XVI nombrara beato a Karol Wojtyla.
La multitud vitoreaba y ondeaba con fuerza las banderas que recordaban los países visitados por Juan Pablo II, como la de su entrañable Polonia y sus habitantes que se trasladaron en masas a Roma para no perderse la ceremonia de beatificación de su compatriota.
Un acontecimiento como este podría ser calificado fuera de serie si no se hubiera presentado hace 6 años. La similitud entre los funerales de Karol Wojtyla y la celebración de la beatificación es sorprendente a excepción del motivo por el cual los fieles acudieron a la Plaza de San Pedro.
Los restos del ahora beato están siendo venerados por presidentes, nobles y otras personalidades, pero sobre todo por esa infinita fila de ciudadanos comunes, aquellos que se sintieron importantes cuando en su pontificado se dirigía y se acercaba a todos sin distinción.
Después de meses de preparativos en los que la Obra Romana de las Peregrinaciones, la empresa encargada de la Logística y organización de la beatificación, el día de hoy tuvo una feliz conclusión.
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia enmarcada por un día soleado y clima cálido, fue cuando se develó una enorme fotografía del nuevo beato que se instaló en la parte frontal y superior de la Basílica de San Pedro, con el rostro sonriente como si realmente estuviera feliz del festejo hecho en su honor.
El papa Benedicto XVI recordó como en los funerales de Karol Wojtyla, sobre esa la pérdida que fue dolorosa para el mundo entero y cómo el deseo de la gente de hacerlo “Santo ya”, hace seis años.
“Por eso he querido que, respetando la normativa de la Iglesia, la Causa de la Beatificación procediera con razonable rapidez. Y he aquí que el momento ha llegado: ha llegado pronto, porque así lo ha querido el Señor: Juan Pablo II es beato´´, exclamó el Papa Benedicto XVI ante el júbilo del millón de personas que participaron en este acto histórico.
En este día de fiesta para los católicos del mundo, también se celebra el Día del Trabajo y el mes de mayo es el mes de la Virgen María, y el segundo domingo de Pascua, instituido por el Papa polaco como el día de la Misericordia.
“Este es el segundo domingo de Pascua, que el beato Juan Pablo II dedicó a la Divina Misericordia . Por eso se eligió este día para la celebración de hoy, porque mi predecesor, gracias a un designio providencial, entregó el espíritu a Dios precisamente en la tarde de la vigilia de esta fiesta.
“Además hoy es el primer día del mes de mayo, el mes de María; y es también la memoria de José Obrero. Estos elementos contribuyen a enriquecer nuestra oración, nos ayudan a nosotros que todavía peregrinamos en el tiempo y el espacio´”, expresó Joseph Ratzinger durante la homilía.
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