Apenas cruzando el kilómetro 10, Eder Sánchez recibió una amonestación. Aquello fue el principio del fin.
El andarín mexicano se había mantenido todo el tiempo en el pelotón puntero, compartiendo espacios con el español Paquillo Fernández y el italiano Ivano Brugnetti, pero la paleta del juez que se cruzó en su camino, fue un duro golpe.
Atrás, esperando el momento oportuno, se encontraban el ruso Valeri Borchin y el ecuatoriano Jefferson Pérez. Tenían un plan perfectamente diseñado para la prueba de los 20 kilómetros.
Eder se empezó a quedar en el camino. Y aumentó paulatinamente la distancia entre él y los punteros. Ya veía a distancia al pelotón en el que pensaba mantenerse para, al kilómetro 15, lanzar el ataque final. Esa era la estrategia. Todo empezó a derrumbarse después de los 10 mil metros. En el rostro, un rictus de dolor comenzaba a aparecer y ese andar fluido con el que empezó se veía forzado, algo dentro no estaba bien.
“No me sentí como yo quería, al final tuve un problemilla estomacal a los 12 kilómetros gastritis, me daban ganas de vomitar y ya no pude recuperar el ritmo que llevaba al principio y además unos problemillas musculares, me empecé a acalambrar y pues ni modo no salieron las cosas como yo quería, esta vez me tocó perder”, dijo resignado Eder quien comenzaba a acusar ya los signos de cansancio, pues comenzaba a marearse mientras daba declaraciones en la zona mixta.
En el circuito, el mexicano sufrió confusión, desánimo, temor a una segunda amonestación. Había que tener más cuidado para evitar flotar de la que los jueces están tan pendientes. La mente de Sánchez estaba en otras cuestiones, pero no metida en la competencia. La fortaleza mostrada durante toda la preparación y en el inicio mismo de la competencia provocaba una ligera esperanza de reacción. Pero nunca llegó.
Cada vez Eder Sánchez se veía más rezagado en el circuito, y los reportes oficiales del Comité Organizador resultaban demoledores en el ánimo del público mexicano. Y del cuarto lugar, que fue su mejor posición en la prueba, empezó a caer, dramática, inevitablemente: cuarto en el kilómetro 12, séptimo en el kilómetro 12, treceavo en kilómetro 14; catorceavo en el kilómetro 18.
El mexicano cruzó la meta como número 15. La estrategia le había fallado; no así al ruso Borchin y al ecuatoriano Pérez, que se reservaron para pasar inadvertidos, y atacaron de manera precisa, para, a partir del kilómetro 16, asumir el liderato para y no abandonarlo jamás.
Su ingreso a la pista del Nido de Pájaro resultó apoteósico. Una ovación estalló apenas hizo aparición el ruso Borchin, seguido de Pérez, quien desde el podio olímpico dice adiós a la marcha.
Aunque hay cierta molestia en el ecuatoriano. Siente que la despedida pudo ser con una segunda medalla de oro colgada al cuello.
Valeri Borchin terminó la competencia con un tiempo de 1h19m01s. Pérez cronometró 1h19m15s.
Y el australiano Jared Tallen llega apenas atrás de ellos (1h19m42s). Ni siquiera tiene tiempo para el festejo. Al cruzar la meta se derrumba, víctima del esfuerzo realizado. El estómago también le pasó factura: tuvo que vomitar para luego reincorporarse y entonces sí, entregarse a la fiesta con sus compatriotas.
Eder cronometró 1h21m53s, más de tres minutos por encima de su mejor marca del año: 1h18m34s. Con ese tiempo se habría colgado la de oro.
El mexicano llegó con el cuarto mejor tiempo de los inscritos y cruzó la meta en el lugar 15.
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