Hace poco más de un año decidí, un poco obligada, dejar de escribir esta columna, hoy vuelve a la luz en los prolegómenos de la elección presidencial donde todo está dicho antes que las campañas empiecen.
Dice Noam Chomsky que la gente ya no cree en los hechos, que las personas nos sentimos menos representadas y que vivimos en condiciones precarias con trabajos cada vez peores. Que nuestra vida es una mezcla de enfado, miedo y escapismo y que hay un descrédito de las instituciones.
Tomo la reflexión del intelectual nacido en Filadelfia para ver a través de ella lo que estamos viviendo las y los mexicanos en este tiempo previo a las elecciones del primero de julio y el desempeño de las precampañas de los aspirantes a ocupar el cargo que hoy ostenta Enrique Peña Nieto.
La sensación que producen la y los aspirantes, es de cansancio, de escenas repetitivas que no nos aportan nada, de discursos huecos donde no cabe la sensatez y la cordura para presentar un plan de gobierno que encare los problemas de manera seria y responsable.
Chomsky dice que la gente ya no cree en los hechos, la afirmación es cruel si se le mira desde la óptica de los candidatos a dirigir nuestro país. Los cuatro principales hasta ahora, Zavala, Meade, Anaya, López Obrador, son tan conocidos que eso debería darnos elementos a los votantes para saber por qué son descartables como futuros presidentes o presidenta.
En el caso de López Obrador su huella es irrefutable, 18 años viviendo sin tener un trabajo que compruebe de dónde sale el dinero para mantenerse él y su familia hacen levantar las cejas a más de uno, además, el propio sistema al que critica le regaló una franquicia política desde la que se impulsa para alcanzar su mayor anhelo ser presidente, no gobernar, me queda claro.
Anaya tiene una historia corta en la política, pero salpicada de una ambición desmedida, la investigación acerca de su fortuna debiera ponernos en alerta y no confiar en que es el presidente que México está esperando.
Meade, como él mismo lo reconoce, se ha dedicado al servicio público, dice no tener empresas, lo que nos lleva a pensar que es un empleado de quienes son los dueños del dinero en México, su trabajo bajo gobiernos priistas y panistas, no representó una mejoría de largo aliento en la calidad de vida de los mexicanos.
De Zavala, su cercanía con Calderón y su anuncio de que seguirá la misma política contra la inseguridad, la descarta en automático para el puesto. Estás viendo y no ves, le diríamos a su cabezonería de seguir la estrategia fallida contra los grupos delictivos en el intento que lleva más de diez años para volver a los tiempos de paz que cada día se nos antojan más irrecuperables.
Esos son los hechos a los que alude Chomsky y que las y los mexicanos nos empecinamos en no creer que sean ciertos.
De ahí que corremos el riesgo que advierte Aki Kaurismäki, cineasta de origen finlandés, de que México continúe en la corriente mundial en la que “este planeta nunca tuvo tantos idiotas en el poder”. Penoso que nuestro país siga empecinado en esa ruta. Tal vez deberíamos declarar desierta la elección y fijar el año entrante la fecha de los comicios, permitiendo que los partidos cambien a sus abanderados, así, tal vez, podríamos romper la cadena de la habla Kaurismäki.