Ciudad de México.-
La casa textil que la diseñadora Carla Fernández abrirá en tres meses en la Zona Rosa es el resumen de las ideas que soportan su trabajo: saberes artesanales, economía justa, sustentabilidad, respeto a la creación.
La casa estará en las calles de Havre y Marsella, en la Zona Rosa; todavía no tiene nombre, pero sí un propósito: impulsar “los saberes que se expresan a través de las manos”.
Carla Fernández es una historiadora del arte que creció entre museos, que estudió alta costura y que ha logrado con la empresa que lleva su nombre sumar a 600 artesanos del país —además de 35 personas en el taller en la Ciudad de México— para difundir técnicas ancestrales, impulsar el uso de materias primas naturales y nacionales, la enseñanza de oficios y la producción del campo.
Entre otros planes, el 19 de octubre presentará una pasarela en el Victoria & Albert, en Londres (antes habían sido invitados Alexander McQueen o Giorgio Yamamoto, por ejemplo). Sus diseños se presentarán allí paralelo a la exhibición de la indumentaria de Frida Kahlo: “Nos da mucha emoción que de repente se fijen en marcas como la nuestra, sustentables, con un sistema de la moda completamente distinto al de occidente”, afirma.
Fernández está por publicar el libro “El manifiesto de la moda en resistencia”, que da cuenta del trabajo para conseguir que la sustentabilidad tenga un lugar en el mundo de la moda: “Se habían tardado, la gente y las empresas de moda estaban renuentes a calificarla como moda per se”.
Carla Fernández trabaja con comunidades de ocho estados y a partir de su conocimiento de esas comunidades y de lo que viven hombres y mujeres que migran hacia Estados Unidos o a las grandes ciudades, dejando a sus hijos y olvidando los oficios, considera que el equilibrio sólo se restablecerá si se recupera el campo: “El campo en México está olvidado, y si quieres mantener un equilibrio entre el campo y la ciudad, tienes que dar oportunidades en el campo”.
Para Fernández, “los mejores diseñadores del país están en las comunidades y es muy raro que sean los menos atendidos. Ellos, que son los grandes artistas, tienen muy pocas posibilidades de exponer su trabajo, de seguir manteniendo su oficio”.
La empresa Carla Fernández acaba de recibir el anuncio de que será parte de Ashoka, la red de emprendedores sociales más importante del mundo.
Su llamado a trabajar desde la sustentabilidad parte de una crítica al mundo de la moda: “La moda pronta se ha convertido en una de las empresas más contaminantes del mundo. Empresas como Zara y H&M han inundado el planeta con ropa basura. Hay voracidad del consumismo, del cambio constante, de estar todo el tiempo comprando. Para mí, la vestimenta es cultura, es política, es una especie de casa ambulante; la gente te ve, te lee, es un libro abierto. Sin embargo, nos están tratando de dirigir hacia un consumo hueco”.
Con el fin de que los saberes se preserven y se dé en México un lugar a la moda sustentable nace la casa textil, un espacio al que podrán ir los artesanos y los interesados en el arte popular; será una especie de residencia con talleres. “Nos interesa ese saber manual, único; que vivimos en un mundo en donde hay mucho tecno-optimismo, la gente habla de que todo el futuro está destinado por la tecnología. Estoy de acuerdo, hemos cambiado, sin embargo en un país como México es muy importante mantener ese equilibrio con lo manual”.
—Uno de los problemas que enfrentan los artesanos es el derecho de autor, ¿cómo manejan ese tema?
—Nosotros nos consideramos agentes culturales, sí hacemos ropa y ese es el lenguaje como expresamos lo que nos gusta hacer. Tenemos una revista semestral en donde viene cómo trabajamos con las comunidades, quiénes y cómo hicieron una prenda. Tenemos un canal de YouTube, carlafernadezmx; porque en el momento en que tú entiendes la complejidad de un telar de pedal, de un brocado en telar cintura, de un tinte natural de grana cochinilla, de un calado charro, te mueres de la admiración por sus creadores, los respetas.
—¿Cómo ves el país?
—Estoy con una esperanza enorme, tengo dos hijos pequeños, me ha tocado vivir en un país en descomposición, donde las muertes son el día a día. Y tenemos un candidato, Andrés Manuel López Obrador, que por lo menos te puede decir, en el mapa dónde están los tzotziles, dónde están los lacandones y que conoce cómo vive la gente en México y para qué somos buenos… Porque las otras posibilidades que veo en los debates son: “Hagamos más cárceles”, “castiguemos más duro”. No sirve de nada castigar. Yo sí creo que está bien emocionante que gane López Obrador, que sí va a ganar, y que tengamos un país con paz, con esperanza.
Hay que trabajar muchísimo, nos han hecho mucho daño.
—¿Qué balance haces del gobierno de Enrique Peña Nieto?
—No creo que haya un balance alguno. Para mí el gobierno de Peña Nieto fue y es hasta hoy el cáncer que tiene México. No le veo nada de positivo a este gobierno. No siento que haya cumplido ni con cuestiones económicas ni sociales ni ambientales. Lo que saca a México es el ánimo de los mexicanos de salir adelante, y de adorar a nuestras familias, nuestra gente y nuestro país.