Dicen que cuando las comadres se pelean, aparecen las verdades. Y eso ha sucedido el lunes 13 de junio durante el programa de ESPN por la noche, cuando los ex árbitros Arturo Brizio Carter y Felipe Ramos Rizo se lanzaron serias acusaciones. Acusaciones (aunque no estén probadas con evidencias) que servirán de fundamento a quienes sospechan de la falta de limpieza en el arbitraje mexicano. Todo ocurrió en la despedida de quien fue presidente, durante cinco años, de la comisión de arbitraje.
De entrada, el analista televisivo, Ramos Rizo, dio pie al tira-tira, pues vertió su opinión, sin mayor jiribilla, acerca del momento en que Brizio Carter se fue del arbitraje. “En medio de una de sus peores crisis”, le dijo a Brizo Carter, quien ha dejado su cargo, disputado por Armando Archundia, preferido de sus propios compañeros de profesión, y Marco Rodríguez, favorito de las televisoras. Si ahí hubiera parado todo, no se hablara ahora del severo agarrón que pasmó a los televidentes. ¿Por qué? Pues sencillamente porque no es ofensa que alguien deje su labor profesional en medio de una severa crisis. Pero el escándalo estalló al replicar la contraparte que Felipe dejó el arbitraje acusado de vender partidos.
La bomba no se apagó ni siquiera con la exigencia del acusado de señalar las pruebas. Y menos dejó se inflamar la sospecha de muchos aficionados acerca de la poca limpieza, en algunos casos, que se da en el arbitraje mexicano, desde tiempos inmemoriales, al seguir vivos los comentarios del favoritismo que gozó en lejana época el América, y ahora el Atlas por estar ligado su dirigente con familiares que tienen puestos de altura en la Federación Mexicana de Futbol. Pero no son nada más los aficionados “sospechosistas” los que se apuntan con sus versiones acerca del desaseo de los jueves en un partido crucial, sino trascienden las pláticas que tienen entre sí algunos jugadores actuales e inclusive parientes de los mismos en charlas con amigos o amigas.
Ser acusado de vender partidos es algo muy grave para Ramos Rizo. Mucho más que la bola ensalivada que le envió a Brizio. Sin embargo, éste le guardó también un misil muy personal, al recriminarle que era muy rudo en sus juicios dentro de los programas televisivos, pues insiste demasiado en lo blandengue de algunos silbantes que aguantan los insultos de los protagonistas en la cancha. Arturo le espetó que en varias ocasiones abiertamente le mentaron la madre sin que hiciera nada, “lo cual demostró su falta de personalidad que hoy critica a algunos colegs”.
“Tú también fuiste acusado de vender partidos”, aprovechó Arturo, ya encendido, para calentar más el enfrentamiento y robarle toda autoridad moral en la acusación que pudiera hacerle Felipe. Sin embargo el asunto se desvió cuando el primero dio a entender que el otro estaba resentido porque se moría por entrar a la comisión de arbitraje y le pidió trabajo, a lo que el aludido se sinceró en su defensa: “Tú fuiste el que me ofreció trabajo”.
No hubiera sido la forma como Brizio Carter dijo adiós como mandamás de los árbitros. Ya tenía en su alforja la acusación de racista que le lanzó Adalid Magaña en el 2021 al destituirlo. Y este moreno ni siquiera con una huelga de hambre logró ser restituido en su cargo. Además, la entrada del VAR en el periodo del dirigiente capitalino no ha dado los resultados esperados y sí ha causado innumerables polémicas, como para despedirse soltando la lengua sobre la venta de partidos de parte de Ramos Rizo. Eso traerá cola y no se hablará de tal deshonestidad (si es que la hubo) de un solo árbitro, sino que se generalizará y arrasará con el arbitraje del futbol mexicano. Ni modo. Alguien tomará en serio el dicho de que cuando las comadres se pelean, aparecen las verdades.