No hay alegría en el seno de los Rayados.
A lo más que se aspira en estos días es a respirar hondo y sentirse aliviado por una semana más sin tantos problemas.
El técnico Fernando Ortiz, con 10 puntos cosechados de 12 disputados, escucha los abucheos antes de cada partido cuando el sonido local anuncia su nombre.
Otros jugadores, como Jesús Manuel “Tecatito” Corona y el español Sergio Canales sufren el mismo acecho del público.
Las cosas han cambiado, la afición sabe que su equipo cuenta con una de las nóminas más altas del continente, y ahora no se conforma más que con el título, después de una serie de fracasos que llenaron el vaso.
Me pregunto: ¿tiene que ser así?
¿Se puede disfrutar el camino? ¿O sólo vale la llegada a la meta?
En medio de una vida ajetreada donde la atención plena en el presente se recomienda como antídoto al estrés que nos agobiada cada día, en el BBVA el presente no sirve, por más que las victorias lleguen. La mente albiazules se tortura atrapada en el pasado y pensando en el futuro. No disfrute en el presente.
¿La afición va al estadio a sufrir o a olvidarse de los problemas?
Si bien el funcionamiento del equipo aún no convence a una parte importante del público, también debería haber lugar para disfrutar y relajarse.
La victoria es hoy, ya habrá tiempo para sufrir en la Liguilla.
La búsqueda de la grandeza puede seducir de una manera tal que olvidemos que el futbol desde sus inicios ha sido un elemento para generar identidad, para olvidarnos por un rato de los problemas y fomentar importantes valores.
Desde esa perspectiva, no sólo la victoria sirve, sino todo lo que se construye en el camino, más allá de que se gane o se pierda.
Tengo la sensación de que la presión a la que está siendo sometida la nación rayada, arrojará tarde o temprano una nueva mentalidad hacia otro tipo de grandeza, esa que traerá títulos y una nueva dinastía.