París está dando pasos acelerados para hacer un éxito de los Juegos Olímpicos del 26 de julio al 11 de agosto próximos. Así, ha dado a conocer la noticia de que la red de transporte público implementará dispositivos de traducción asistidos por inteligencia artificial, a fin de ayudar a los visitantes en todo lo relativo a hospedaje, compra de billetes, traslados y necesidades de consumo en sitios turísticos.
Sin embargo, los comercientes desde ahora han comenzado a elevar los precios de algunos artículos básicos que repercuten en los bolsillos de los residentes de la Ciudad Luz y en los presupuestos de quienes van de paseo por los lujuriosos Campos Elíseos y, no se diga, por la Torre Eiffel y sus alrededores, como el Río Sena y el Arco del Triunfo. Por ejemplo, un botella de plástico con agua en las tiendas y supermercados tiene un precio en moneda mexicana de cien pesos, mientras que las crepas preparadas por vendedores ambulantes elevan a casi 200 pesos.
Pero todo empieza a rasguñar la cartera o tarjetas de crédito al descender del avión y, por desconocimiento del uso del Metro, el turista requiere un uber, pues la suma de 55 euros hasta el centro de París llega a 55 euros, equivalentes a mil cien billetes mexicanos. Además, hay que tomar en cuenta que los boletos de autobús y metro son siempre equivalentes a 60 pesos, de manera que por eso mucha gente prefiere llenar las calles de un sitio a otro caminando muy a gusto largas distancias por lugares atractivos que son una gula para el cerebro y su recreación.
Por otra parte, las grandes y prestigiosas casas comerciales de corte internacional ya están acaparando enormes pajadas del marcado vistiendo sus edificios con un corte de arte espectacular en los Campos Elíseos, tanto en su exterior como en su interior. No hay espacio que ocupen estas firmas de modas que no llamen la atención y se vea a turistas entrar, por ejemplo, a Hugo Boss y comprar una chamarra en 14 mil pesos mexicanos. Obviamente las empresas de deportes hacen lo suyo con el fin de promover sus artículos de moda que empezarán a tener demanda en las vacaciones de primavera y se dispararán en sus venta en la fecha de las Olimpiadas.
Sin embargo, hay parisinos que reclaman el disparo de la inflación porque a los ciudadanos no les beneficia mucho el glamour de ese ambiente, cuyas ganancias son para el Comité Olímpico Internacional que, con su libreta de cargos, obliga a los organizadores a cumplir una serie de requisitos beneficiando muy poco a los de a pie. En cambio, las cadenas hoteleras se bañan con los precios por habitación en esos días y los restaurantes de lujo ni se diga, además de las líneas aéreas.
Lo sorprendente es que los negocios de alimentos más populares llevan el sello de origen norteamericno, sea café, comida rápida o bebidas gaseosas. Tal es el caso de unas hamurguesas muy famosas en Nueva York quen París llaman la atención en los Campos Elíseos, por las largas filas en la calle para poder entrar al negocio atendido por un ejército de trabajadores vestidos de rojo. Se trata de las Five Guy, donde lo menos que se desembolsa por dos platillos equivale a 800 pesos mexicanos. Pero los que llenan el local son cientos de chinos y japoneses que parece cambiaron de ciudad capital para vivir, pues deambulan por todos lados con su característico rostro que los identifica como nuevos millonarios del mundo capitalista.
Sí. Los Juegos Olímpicos serán una gran fiesta. Es la fiesta del dinero y del comercio para quienes estarán por esos días en París. Para el resto de los mortales queda vivirla a través de los medios informativos y los enlaces electrónicos con algunos otros testigos presenciales que buscarán alternativas baratas si no se quieren perder tal vivencia espectacular, que esperemos no sea empañada por protestas y manifestaciones de inconformidad entre activistas de izquierda y rivales del gobierno de Emmanuel Macron.