México, D.F.-
Ana De Alejandro García y Criseida Santos Guevara tienen 34 y 35 años respectivamente, se conocieron cuando eran adolescentes en Monterrey, su ciudad natal, y decidieron vivir juntas a la edad de 25 años más o menos. Ahora viven en el Distrito Federal, donde se casaron en 2010.
Sus dos hijos, Diego y Santiago, nacieron en 2006, antes de la reforma al Código Civil local que permitió los matrimonios entre personas del mismo sexo, por eso fueron registrados a nombre de Ana, quien es la madre gestante, aunque afirman que son hijos de ambas.
Para entender el caso Ana explica cómo fue su embarazo: “Para que las dos participáramos, lo que hicimos fue utilizar óvulos de ella (Criseida) y óvulos míos, fecundados por el mismo donante anónimo, de ahí surgieron tres embriones que me implantaron a mí; de esos embriones quedaron dos bebés, uno de cada una, gestados al mismo tiempo como gemelos”.
Actualmente los matrimonios del mismo sexo que se sometan al mismo tratamiento de fertilización podrían registrar a sus hijos sin mayor complicación en el Distrito Federal, e incluso se contempla una figura especial para los niños nacidos en concubinatos antes de la reforma; el problema en el trámite que intenta Criseida para el reconocimiento de los niños radica en el orden en que desean poner los apellidos para conservar la identidad ya adquirida de sus hijos.
“En el Registro Civil interpretan y deciden arbitrariamente que el apellido de la gestante (De Alejandro) debe ir después que el de la no gestante (Santos). Asumen que el Santos debe ser el apellido paterno, aún cuando el artículo 58 de Código Civil no menciona un orden específico. Es una interpretación arbitraria”, explica Ana y afirma que actualmente se encuentran en un juicio de amparo para registrar a los niños como ellas desean.
Reclamar la maternidad con una prueba de ADN, sería “Sólo de uno. A como está la legislación en el Registro Civil, esa es una situación complicada, porque entonces, entre comillas, nos obligarían a que uno (de los niños) se apellide Santos De Alejandro y el otro De Alejandro Santos”, precisó Criseida.
“La cuestión es que si ya hay una reforma que del 2010 a la fecha estipula e intenta dar figuras jurídicas para nuestras familias, ¿por qué no la aplican, por qué sigue el criterio cerrado?”, cuestiona.
Crecer con dos mamás
A la par de la lucha que mantienen porque su familia homoparental sea plenamente reconocida en la ley, estas dos mujeres enfrentan un reto mayor: educar a sus hijos y evitar que sufran discriminación y rechazo.
Decidieron vivir en el Distrito Federal e inscribieron a los niños en una escuela primaria pública de la colonia Del Valle, “más fácil, ahí no nos pueden discriminar, no nos pueden decir nada porque (la educación pública) es para todo el mundo” señala Ana, a lo que Criseida añade “nos atenemos al derecho a la educación (que el Estado debe garantizar)”.
Desde un principio, relata Ana, platicaron con la directora del plantel y con las maestras de los niños sobre su situación, además se inscribieron en el Consejo de Participación Social de la escuela, donde han tenido oportunidad de explicar a otras madres y padres sobre la maternidad lésbica, y por tanto influir positivamente en el entorno de sus hijos.
Aun así, aseguran que a nivel general falta material didáctico incluyente en las escuelas, y ganas de utilizar el que ya existe. En ese sentido relataron la manera en que afrontaron una de las actividades escolares más “temidas” por las familias homoparentales: la elaboración del árbol genealógico, “que afortunadamente se realizó unas semanas antes del festival del Día de las Madres”, dice Ana.
Criseida relata: “en el salón de Santiago no hubo problema, pues la maestra primero preguntó a cada niño cómo era su familia y después los puso a dibujar su árbol. Santiago dibujó a sus dos mamás sin problema; pero en el salón de Diego la maestra les dio de tarea una fotocopia, con el machote y los espacios (predeterminados) para un papá y una mamá”.
“Rompimos esa fotocopia” interviene Ana- fuimos por una hoja nueva donde imprimimos las fotografías de cada quien”. Al día siguiente Ana y Criseida se sorprendieron porque la tarea de Diego no fue pegada en el periódico mural de su salón junto con los árboles de los demás, “La maestra lo llevó a la dirección”, les confirmó el niño.
Pero su sorpresa fue agradable cuando en la ceremonia cívica del lunes siguiente, Diego fue elegido para exponer su árbol genealógico en representación de su grupo, enfrente de toda la escuela. “Si había alguna duda, ese día todo el mundo se enteró de que Diego y Santiago tienen dos mamás”, afirma Criseida a lo que Diego corrige “no todo el mundo, sólo toda la escuela”.
Es que para este matrimonio, hacerse visibles es un paso fundamental que deben cumplir las familias homoparantales para enfrentar la discriminación, por eso recomiendan a quienes se encuentren en la misma situación, participar en las actividades escolares y en la lucha por sus derechos, así como frecuentar a otras familias similares para que los niños se sientan identificados.
Por ello Ana De Alejandro y Criseida Santos, invitan a las mujeres interesadas, a visitar su blog dosmamis.blogspot.com, donde cuentan su experiencia, además de unirse a la Red Nacional de Madres Lesbianas donde pueden conocer a familias de todo el país, así como asistir a las reuniones del colectivo Mamás Les, que se celebran cada domingo en el deportivo Mina del Distrito Federal, o a cualquier otro grupo de madres lesbianas.
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