Ahora que está por terminar el 2023 y de nueva cuenta entramos, como cada año, en la visualización del Año Nuevo y los retos para el 2024, abundan por supuesto los pensamientos relacionados a mejorar la calidad de vida a través de la activación física y una alimentación saludable, que en muchas ocasiones provoca mucha falta de empatía en los gimnasios.
Desafortunadamente, en el mundo fitness existen subgrupos que por algún motivo polarizan unos con otros y hacen que en ocasiones nuestra comunidad sea completamente hostil.
Independientemente de que existen diferentes tipos de gimnasios o centros fitness dirigidos a públicos distintos, la realidad es que en cualquiera podemos encontrar una gran diversidad de usuarios y todos deberían tener los mismos derechos y beneficios por el simple hecho de estar pagando su cuota.
Es chocante, por ejemplo, leer memes o gráficos en los que los “mamados” de los gimnasios comienzan a quejarse de los que en enero llegarán por primera vez y se quedarán solo un par de semanas y “luego abandonarán”, “robándoles” solamente espacio.
De igual forma los comentarios de los “competidores” de físicoconstructivismo (no todos) que aún viven llenos de soberbia y piensan que son los dueños de los gimnasios y critican a los que “quieren ser fitness” pero no compiten por evitar la “chinga” de los que sí lo hacen.
Apenas di una revisada en las redes sociales y me encontré este tipo de publicaciones decepcionantes por su falta de humildad y humanidad que daría el equilibrio personal, según los clásicos griegos de “mente sana en cuerpo sano”.
A un gimnasio o centro deportivo acuden desde los primerizos, los principiantes, los que van por prescripción médica, los que buscan esparcimiento o algún tipo de distracción y otros que tienen cualquier cantidad de motivos para asistir y cuya membresía vale lo mismo que la de un competidor, así sea novato, intermedio, avanzado, modelo o influencer.
Siempre lo he sostenido, detrás de casa usuario de un gimnasio hay una historia de vida y solo cada uno sabe los motivos de estar ahí, al lado de otros y otras que quizás tengan aspiraciones completamente diferentes y cohabitan durante un par de horas en el mismo espacio.
Fui propietario de gimnasio por más de una década, he sido competidor, he vivido procesos de preparación para sesiones fotográficas, tengo más de 41 años de practicar ejercicio con pesas y aparatos, por lo que algún día fui primerizo y flaco cuando tenía 15 años y en cada etapa de mi vida he sido respetuoso de los demás asistentes, al igual que he tratado de aprender de los que más saben.
Por eso invito a todos a que podamos hacer de cada gimnasio un lugar de empatía, sana convivencia y respeto en el que nadie es superior que nadie.
Y si en enero se llenan los gimnasios, ¡qué maravilla! Ojalá más gente decida tener una mejor calidad de vida, ejercitarse y alimentarse correctamente.
Feliz fin de año vigoroso y excelente Año Nuevo fitness a todos.
Sobre la proliferación de “retos” para enero escribiremos en el próximo artículo.