Como dice la entrenadora nacional Mónica Vergara: “esto es un aprendizaje”. Y sí se aprendió. Se aprendió a jugarle a Estados Unidos para buscar un empate a cero y les faltó un minuto para lograrlo en tiempo regular y hasta en posición apretada el gol estadounidense, por cierto.
México aprendió tarde, hasta el tercer encuentro, que un equipo no será el mismo que enfrentaste en un torneo eliminatorio a uno clasificatorio y que pueden ajustar o tener piezas distintas que armen mejor el rompecabezas.
México cometió el error de creer que enfrentaba al mismo Jamaica y Haití con los que se midió previamente y ahí estuvo el aprendizaje, uno muy costoso porque valió quedar fuera del Mundial y de Olímpicos. Y sí, Vergara aprendió, pero a qué precio. Las jugadoras hicieron lo que les mandaron a hacer con limitantes físicas y técnicas que pudieron ser aplacadas con planteamientos correctos que no se tuvieron.
El cuerpo técnico será evaluado, como dijo la estratega, no solo por lo que esta competencia sino por el precio también. Así lo hizo ver la entrenadora. Lo que deberían aclararle es que el objetivo era uno solo: llegar al Mundial y a los Olímpicos. Lograrlo en casa con una generación en donde muchas ya no llegarán al siguiente proceso mundialista. Entonces la meta no se cumplió por lo tanto el objetivo quedó lejos y ni con cuatro boletos en disputa se alcanzó. Entonces: ¿cuál puede ser la evaluación?
Ayer observé el calentamiento de ambos equipos. Team USA salió 5 minutos antes que México a hacer sus ejercicios y acabó 5 minutos después. La intensidad del trabajo fue mayor de las estadounidenses al de las mexicanas no solo en tiempo. Eso también dice mucho.
Vergara aprendió caro.
Por cierto y como dato aparte, ver jugar a Morgan y Rapinoe con ese futbol y visión de campo es un deleite. Ambas son el Cristiano y el Messi del balompié femenil. Ojo, no las comparo con ellos, peras con peras y manzanas con manzanas, pero es lo que pudieran representan para el futbol femenil mundial.