Las buenas noticias también venden. Las buenas noticias también se saborean entre los consumidores frecuentes de medios informativos. Las buenas noticias son un estimulante en el cerebro de quienes saben saborearlas. Pero las más de las veces son las malas noticias las que se imponen, y más si tienen su buena dosis de morbo y escándalo. Por eso las fake news –que no deberían entrar en el catálogo de noticias porque contravienen el principio básico de la verdad–, tienen su mercado favorito entre muchos ingenuos que se creen de todo, especialmente de lo que alarma o incide en la vida personal de personas famosas. Por tanto, las que engañan y las que circulan con este rubro en las redes sociales principalmente no debemos llamarlas malas noticias, porque de plano no son noticias. Su mundo perverso pertenece al cieno o a la oscuridad. En cambio, las malas noticias sí están fundamentadas y tienden a sacudir el sentimiento de la gente por su realidad, aunque duelan.
Así es que a las malas noticias de la inseguridad pública y de la irritante inflación en todo México, así como de las de la dolorosa falta de agua domiciliaria en Nuevo León, en medio del tremendo calor de 40 grados a la sombra, y de los problemas del transporte público o las matazones diarias, debemos agregar la del fracaso enorme de nuestra selección femenil que ha quedado fuera del mundial de Australia y Nueva Zelanda en 2023, e igual no asistirá a los Juegos Olímpicos en París en 2024. Es decir, siguió el mismo camino derrotista de los varones juveniles que representaron a nuestro país y no alcanzaron a calificar para el mundial de la FIFA en Indonesia en el 2023 ni para la olimpiada parisina.
Y quizá haya alguien que critique la importancia que se le da a esta noticia negativa en lo deportivo, cuando hay asuntos de mayor trascendencia que nos convocan no solamente a reflexionar seriamente sobre ellos, sino a actuar con energía. Pero basta darse cuenta cómo hay conglomerados de mexicanos que arrumban las cuestiones políticas o de la marcha del país, por ocuparse más de lo que atañe a las competencias deportivas, de manera especial en lo que concierne al futbol soccer, ya que los energúmenos se conducen de una manera irracional por cualquier mal resultado de su equipo favorito y les importa un bledo que el gobierno, con ayuda de los diputados, esté empinando a México en el despeñadero o que la corrupción carcoma el presupuesto federal, estatal o municipal. “¡Qué importa”, gritan los fanáticos enfervorizados dentro y fuera de la cancha, más atentos a las noticias de la liga y de la marcha del club al que le compran muy caros los abonos y los uniformes en cada inicio de torneo.
Las malas noticias deportivas de hoy inclusive nos distraen de lo prioritario y nos llevan a la polémica en torno a la misoginia o discriminación hacia el torneo femenil y hacia el mismo Premundial Concacaf W por la pobre entrada que registraron los partidos del Grupo A en los estadios locales. Ya deje usted si hay material de sobra a fin de discutir la razón por la que muchos alegan que no valía la pena asistir a los tres juegos ante la sequía de emociones, de triunfos (o empates siquiera) del conjunto dirigido por Mónica Vergara, porque ni siquiera las jugadoras supieron anotar un miserable gol. Para colmo, terminaron en el penúltimo lugar de las 8 escuadras, salvadas del abismo solamente por Trinidad y Tobago que recibió más goles. Y de nada valen los reclamos del feo que le hizo también la prensa regiomontana en general a esta justa internacional. No había morbo, no había dinero de por medio, no había halagos a su categoría de influencer’s, ¿qué esperábamos los que esperábamos que la noticia per se los llamara a cumplir con su trabajo?
Podremos creer o no creer, pero hay seguidores de los Rayados de Monterrey a los que les duele intensamente la mala noticia de que su jugador ecuatoriano recién llegado, Joa Rojas, se tronó la rodilla en el primer juego en que participó. Y asocian este infortunio a la ausencia de su portero estelar, Esteban Andrada, quien no se ha repuesto bien a bien de su problema en una rodilla. Por so no hay que inquietarse si vemos a los que tienen un balón como cabeza pedir que corran a Vergara y a Torrado, y los que se lanzan más arriba quieren literalmente la sangre de Yon de Luisa y otros directivos, cuando no las de los dueños de los clubes, sobre todo de los que tienen maniatada el futbol-negocio-espectáculo por medio de las televisoras dominantes en México. Fíjese usted que estos tipos abusivos, además, han hecho enfurecer a los futboleros metiendo algunos partidos a nacientes aplicaciones que no son lo que anuncian pero sí aprietan los bolsillos de los que se creen lo de Premium y Vix, como si no les fuera bien con Izzi.
¿Qué quiere usted, amigo sensato? Las malas noticias llaman más la atención que las buenas noticias.