Me temo que apuntando todos a Raymundo Fulgencio no se aclarará el panorama en los Tigres.
Como tampoco se hizo la luz señalando de manera unánime ni Hugo González ni a Avilés Hurtado, en los Rayados. Se fueron Hugo y Avilés, y los Rayados siguen sufriendo de lo mismo.
La tendencia del ser humano es buscar un culpable que resuma toda su frustración, ponerle nombre y apellido alivia momentáneamente.
Pero señalar objetivamente que varios factores influyeron en la derrota de la Final ante América, no saciaría la sed de linchamiento del monstruo de mil cabezas, que exige sangre.
Resumiría así eso que les están faltando a nuestros equipos para saltar al siguiente nivel podría: que Tigres le pone de más y Rayados de menos.
Tigres ya está, insisto, entre los grandes de la historia en México, el Chivas campeonísimo de los 50, el Cruz Azul de los 70 y el América de los 80. Pero aún tiene trabajar por hacer en el aspecto de control emocional.
La expulsión de Fulgencio es parte de una situación de conducta colectiva, de tal forma que en ambas instituciones es un patrón que se está repitiendo.
En Rayados se les han ido ya varios títulos porque a sus jugadores les falta esa sangre caliente en los momentos determinantes.
Y a los Tigres les han sobrado revoluciones en partidos como la Final del Apertura 2014, y si nos vamos para atrás, encontramos ese factor en otros momentos de la historia.
Ambos equipos regios están en un momento clave de su historia, en el que pueden dar el salto para instalarse definitivamente entre lo grandes de México y cambiar el orden del futbol nacional, dando paso a nueva era en la Liga MX.
Y para ello, la mentalidad, el control emocional, salir siempre a ganar, y saber ganar y perder, son partes los rasgos que debe tener un equipo que desea ser líder a nivel nacional e internacional.