En estos días siguiendo con los clásicos entrenamientos propios de la temporada, ya enfocada en trabajar para lo que tengo planeado en este año en materia deportiva, si mi salud me lo permite, me dispuse a revisar todo lo que entrené el año pasado.
Si bien no es que no lo haya estado haciendo mes con mes junto con mi entrenador, la verdad no me había dado el tiempo para observar detenidamente toda esa información, es decir hacerlo a conciencia.
Mediante la aplicación que utilizo para entrenar la cual afortunadamente es muy completa, pude ver cada kilómetro que recorrí, tanto en entrenamientos como en carreras, gráficas y promedios de todo día por día y al estar en medio de tanto número empece a recordar muchas de esas sesiones.
Pero más allá de los números, recordé algunas sensaciones que tuve al entrenar, tanto buenas como malas, porque, como siempre, hubo de todo, días en los que me sentía excelente y todo me salía conforme a lo planeado, días en los que apenas pude terminar con lo marcado y días que se fueron así nada más, sin pena ni gloria.
No es que haya podido recordarlos todos, pero si los que más me marcaron por cualquiera que haya sido el motivo, por ejemplo, un día que pude terminar una distancia larga intentado sostener un ritmo, que varias veces lo había estado tratando de lograr y no me salía, hasta que llegó el día en que pude hacerlo.
También recordé un día que particularmente hacía mucho calor y estaba muy húmedo allá por el mes de agosto y terminar la distancia se volvió un calvario para mí, tengo muy presente que ese día después del entrenamiento me sentí sumamente agotada y estuve así por un par de días más.
Fue muy placentero recordar los días en que empecé a correr ya sin miedo a volver a lastimarme, ya que estuve una larga temporada con temor a que mi lesión apareciera nuevamente en cualquier momento y fue cuando comencé a disfrutar de verdad el estar de regreso.
Recuerdo que los días ya se sentían primaverales, el olor de los árboles al pasar por un parque que estaban siendo regados al igual que el pasto en el momento en que me tocaba pasar por ahí, que empezaba a amanecer y veía a las mismas personas diariamente ejercitándose también.
Recordé las pláticas durante las sesiones cuando iba acompañada de algunos amigos, varias fueron sencillas y con muchas risas, otras que fueron más serias y profundas porque de todo se habla mientras corremos, creo que ya lo he dicho antes, que aquí es donde se nos ocurren tantas cosas a todos.
Y al recordar todo esto, reflexioné que a pesar de que nuestro reloj, en conjunto con la mejor aplicación que usemos para correr guarda tanta cantidad de información a la hora de entrenar, no puede guardar, medir o promediar lo que sentimos y vivimos al hacerlo.
Estoy convencida de que no todo son números, son muy importantes si, para poder avanzar y mejorar, pero desde mi punto de vista correr es mucho más que solo eso, es sentir, ver, oler, escuchar, experimentar todo lo que está a nuestro alrededor, gozar el estar vivos aquí y ahora y eso, amigos corredores, sin duda es de lo más valioso que tenemos al practicar este bello deporte.