Héctor Hugo, mi hijo mayor, pronto cumplirá ocho años. Estaba totalmente ajeno al futbol -ni jugaba, ni lo veía en televisión, y de vez en cuando iba con sus papás y a su hermano menor Marco Sebastián a los estadios locales a comer pizza y tomar refresco-, hasta que Lionel Messi fue contratado por el Inter Miami el año pasado… y a partir de esa noticia todo cambió.
Primero, cuando un amigo fue a Florida le pedí una playera del nuevo club del astro argentino que se refugiaba en la MLS de Estados Unidos en el ocaso de su carrera, como décadas o años atrás lo hicieron Pelé, Beckenbauer, ‘Chicharito’ Hernández, Andrea Pirlo y Carlos Vela, entre muchos otros jugadores.
Por semanas Héctor Hugo no se quitaba la casaca negra con rosa y se dormía con ella. Y hubo semanas y meses que su única plática extra escolar era sobre Messi, Messi y más Messi.
Al mismo tiempo se apropió de la televisión para ver los juegos del Inter Miami contra Cruz Azul y la final ante Nashville en la Leagues Cup 2023. Y no batalló para hallar en Youtube la final de Argentina contra Francia del Mundial de Qatar 2022.
Cuando un día entré a la biblioteca universitaria de la UANL, frente al estadio de los Tigres, compré dos kits del equipo felino (playera y short) a buen precio, creyendo que de niños serían seguidores del equipo de la institución donde me gradué de periodista.
Pero mis planes fallaron cuando Héctor Hugo se declaró abiertamente seguidor de los Rayados (sospecho que fue contagiado por compañeros de equipo de futbol del colegio); empezó a ver partidos del Monterrey y Rogelio Funes Mori se convirtió en su ídolo.
Como familia tenemos varias temporadas que igual vamos a ver más a las Rayadas y las Amazonas que a los equipos varoniles, y Paola y yo hemos tratado de inculcar a nuestros hijos apoyar a los dos equipos de Nuevo León. En el clóset de la casa hay playeras de ambos.
El pasado sábado me regalaron dos boletos para el juego Rayados contra Puebla y no dudé en invitar al nuevo pequeño hincha de Monterrey. Su emoción por asistir al estadio BBVA fue inesperada, pero más todavía cuando se unió a entonar el himno oficial y otros cánticos con la Adicción.
Gritó el primer gol de Ponchito González y señalaba las faltas y los fuera de lugar como un experto. Su sonrisa era notoria cuando a lo lejos, sobre el puente elevado, vio iluminado el estadio de acero que será sede del Mundial 2026 y posó sonriente para las fotos con su playera blanquiazul.
Aunque la mayor sorpresa nos la dio Marco Sebastián, quien antes de la final pasada entre Tigres y América se declaró seguidor de las Águilas. Sí leyó usted bien: no se subió al carrito del nuevo campeón. ¡No! Él ya era americanista desde antes y orgulloso tiene dos playeras del club.
El 27 de enero Héctor Hugo cumplirá ocho años y de regalo iremos en familia al partido Monterrey ante San Luis, e invitará a varios de los niños del colegio que son rayados. Y si los astros se alinean, entre semana acudirá al campo de entrenamiento del Barrial como invitado.
A mi edad nunca imaginé verme como papá en esta faceta, como tampoco ser testigo del nacimiento de dos futuros apasionados del futbol… Y prometo que seré muy responsable para que tomen esa naciente pasión con medida, sin excesos.