Pocas veces el Estadio Universitario ha rugido tan fuerte para enaltecer a uno de los suyos, como sucedió en la década de los noventa con Robert Dante Siboldi.
El entonces arquero uruguayo llegó al equipo en la temporada 95-96 de la mano de Víctor Manuel Vucetich, con la finalidad de salvar a Tigres de las garras del descenso. Llegó como gran figura, pero sin poses ni egos.
Con su liderazgo y al mismo tiempo su humildad, pronto se ganó el cariño y respeto de sus compañeros. Anduvo en gran nivel y esto hizo que se ganara el afecto de la afición que, como si el Universitario fuera el Coliseo Romano, lo comenzó a vitorear una y otra vez.
El grito de “Si-bol-di… Si-bol-di” se hizo algo recurrente, se convirtió en una porra más, algo poco común, tomando en cuenta que en aquellos años no había barras que ayudaran a cantar, que procurarán un aliento como hoy en día.
Con Javier Lozano de orquestador, Sergio Almaguer en el ataque, Marcó Antonio “Chima” Ruiz (qué ironía) y José Manuel “Chepo” de la Torre en el medio campo, Tigres buscó la salvación.
Atrás no había problema, Siboldi estaba en el arco y tenía cuatro confiables escuderos en Marcos Ayala (ex auxiliar de Chima) y Arnulfo Tinoco como centrales, además de Francisco Javier “Flaco” Gómez (en fuerzas básicas de Tigres) y Alfredo “Tena” Murguía (hoy en León) como laterales.
En aquella temporada desentonaron feo el italiano Pietro Maiellaro y el bosnio Sead Seferovic; llegó después el también bosnio Almir Turkovic, ninguno estuvo a la altura del equipo. Vucetich fue sincero en esa época, la directiva (de la UANL) no le contrató a dos refuerzos vitales que solicitó: el brasileño Osmar Donizete y el estadounidense Eric Winalda que, para el “Rey Midas”, hubieran sido la diferencia entre el descenso y la salvación.
A pesar de dos buenos torneos (ganaron un título de Copa), Tigres no pudo salvar la categoría, descendió en aquel trágico Clásico 51, y parecía que todo se tornaba gris. Pero llegó CEMEX al rescate de Tigres y todos conocemos la historia.
Hoy Robert Dante Siboldi regresa como director técnico y lo hace con Miguel de Jesús Fuentes como auxiliar (fue segundo portero de Tigres en la temporada 95-96), y pronto, en su primer juego, el grito de “Si-bol-di… Si-bol-di”, volvió a la tribuna del Universitario casi 30 años después, algo tenue, no muy fuerte, pero si los resultados acompañan, seguramente volverá hacerse presente con fuerza, como lo fue en la década de los noventa.
¿Cuánta afición de Tigres de hoy en día se hizo seguidora del equipo en tiempos de Siboldi?
Seguramente una gran mayoría, Siboldi no solo fue un arquero confiable, una garantía en el arco, fue un hombre que enriqueció la identidad Tigre, que al quedarse a buscar el ascenso con el equipo hizo que muchos seguidores se identificaran con el club, se unieran para llenar el estadio en cada juego de la Primera A, hasta que el club obtuvo el regreso a la Primera División.
Tigres le debe más a Robert de lo que se piensa, no solo fue el ascenso, fue la creación de una nueva identidad en el club, de una nueva ola de seguidores que hoy son fieles aficionados de Tigres, y que ven con buenos ojos su regreso, ahora como DT del equipo.