Hoy las críticas se dejan caer con todo sobre Martín Demichelis en la eliminación de los Rayados, una de las más dolorosas y catastróficas de su historia.
Pero hay un patrón que se repite una y otra vez desde hace años, aunque cambien de técnicos y jugadores, y hasta de directivos: el conformismo.
¿Cómo se instaló ese conformismo? ¿Qué creencias hicieron que se instalara ahí? ¿Quién lo propició? ¿Quién lo sigue permitiendo?
Desde aquella derrota en el 2016 cuando de manera increíble Víctor Guzmán les remata de cabeza en el área sobre final y el Pachuca les arrebata un título de Liga que el Monterrey tenía casi en la bolsa, al jugar con un hombre más…
Desde entonces la película se repite una y otra vez, salvo la excepción del Apertura 2019, cuando dirigidos por Antonio Mohamed hacen un gran Mundial de Clubes y ganan de manera épica el título de Liga en la Final ante el América.
Lo que a los Rayados le urge es una dirigencia que establezca como prioridad (y qué sepa cómo hacerlo) cambiar esas creencias limitantes, lo cuál no es tarea fácil, es más lo que marca diferencia entre las instituciones ganadoras y que las que no lo son.
Una labor que debe ir más allá que despedir a Demichelis. El Monterrey, por sus recursos, por las institución en que se ha convertido, está llamado a ser uno de los mejores equipo del Continente Americano.
Jugadores que no tienen intensidad, que fallan a la hora buena, que propician un equipo sin intensidad, sin alma ni corazón, es la misma película que se repite una y otra vez, y de eso el técnico no tiene toda la culpa.
Cómo puedes establecer una idea de juego con ese nivel de disposición.
¿Quién propició ese conformismo?