Una cosa es que el presidente Andrés Manuel López Obrador sea tolerante y otra que vaya a permitir le jalen el cabello, como pretendieron hacerlo un grupo de alcaldes que nadie cree fueron víctimas de la desesperación por no poderle cumplir a sus respectivos gobernados, y por ello golpearon una de las puertas del Palacio Nacional para pedir más presupuesto. La respuesta que obtuvieron fue una gaseada acompañada de la recomendación de acudir a la Cámara de Diputados que es en donde analizan, discuten y aprueban el presupuesto del 2020.
Lo anterior ya debiera ser parte del anecdotario, pero hete que Francisco Elizondo, el dirigente panista estatal del PAN, se reunió con los alcaldes albiazules para insistir en el tema, aunque supongo con la exhortación de que no recurran a las bravatas, porque como dice el refrán “a fuerza ni los zapatos entran”.
La alcaldesa Maki Ortiz hizo bien en no haber participado en esa asonada, que ya se está viendo, son inconducentes, no es lo mismo recurrir al terrorismo como lo hicieron en Culiacán los inmortales de “Ovidio el Grande”, que las ridículas amenazas proferidas por un alcalde: “salgan cabrones para balacearlos”, tal vez pensó que con calarse un sombrero iba a tomar pinta de sicario y se iban a desmayar ante sus advertencias.
En resumen, regaron el tepache por la “desinteresada” petición de incremento presupuestal y sobre todo por la forma nada comedida en que lo hicieron, aunque lo que sea de cada quien qué gusto causaron en sus respectivos gobernados por la gaseada que les dieron, ya vieron que el pueblo no se indignó por la forma en que los trataron, pero lo bueno es que la experiencia que sufrieron en palacio nacional supongo los hará más sensibles ante los reclamos populares.