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Carta abierta a Elon Musk

(Desde una ciudad donde hasta el polvo recuerda.)

Jorge Chávez por Jorge Chávez
21 junio, 2025
en Columnas
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Señor Musk:

Cuando supimos que sus cohetes despegarían tan cerca de nuestras playas, Matamoros se sintió, por un instante, tocada por la mano del porvenir. Era como si una estrella hubiese bajado a bañarse en las aguas tibias del Golfo, y todos miramos al cielo con el corazón extendido como un papalote. Pensamos que algo bueno vendría: empleos como meteoritos generosos, innovación como lluvia mansa, progreso que no doliera.

La esperanza fue tanta, que los niños comenzaron a dibujar cohetes en la arena, el jovencito alcalde de Matamoros incluyó uno en su toma de protesta y los pescadores miraban al horizonte como si esperaran ver una luna nueva con cada despegue. Incluso las gaviotas, que aquí conocen mejor que nadie el viento, parecían formar escuadrones en el aire para imitar las trayectorias de sus naves.

Pero pronto comprendimos que a nosotros no nos tocaría la gloria, sino los escombros.

Porque lo que cayó del cielo no fue el maná bíblico ni ciencia compartida, sino desechos de metal sobre nuestra playa Bagdad, estruendos que sacuden la siesta de los manglares, vibraciones que espantan a las tortugas marinas que desde siglos vienen a poner sus huevos donde hoy hay fragmentos de titanes descompuestos. Matamoros, que se soñó astillero del futuro, terminó siendo el basurero de sus experimentos.

Usted mira hacia Marte. Nosotros miramos hacia el mar. Usted habla de colonizar otros mundos. Nosotros apenas intentamos cuidar el que tenemos. Mientras usted lanza promesas al cosmos, aquí recogemos pedazos de futuro con las manos desnudas y los pies descalzos.

Señor Musk, ahora que el señor Trump le permite dedicar más tiempo a sus empresas ¿sabe usted cómo llora el mar cuando lo interrumpen con fuego? Llora en silencio, con espuma. Y lo peor es que lo hace sin que nadie lo escuche.

No le escribimos esta carta para pedirle permiso. Le escribimos porque la tierra tiene memoria. Porque aquí las olas murmuran verdades. Porque los pescadores han comenzado a ver peces con cicatrices y los más viejos dicen que las estrellas ya no se reflejan igual en el agua. Porque hay un pueblo que siente que ha sido tocado, pero no con ternura, sino con descuido.

Matamoros no quiere que usted detenga su vuelo. Solo quiere que mire hacia abajo. Que entienda que este suelo, donde aún crecen flores entre la sal y el polvo, merece respeto. Que su paso por estas tierras no puede ser invisible ni impune.

Le pongo un mensaje literal de un matamorense distinguido de nombre Ernesto Parga con quien tantas veces compartí el optimismo precipitado de su llegada a esta zona y que a la letra dice:

“Hay muchas diferencias entre un visionario emprendedor y un loco ególatra.

Aquí algunas de ellas que se destacan: el visionario emprendedor escucha y tiene sentido común, tiene empatía con las personas y respeto por el entorno, los ególatras solo se ven a sí mismos, solo sus intereses importan.

Recuerdan la implosión del Titan de OceanGate hubo anuncios que presagiaban la tragedia, hubo voces que alertaban, nada importó al ególatra en turno.

¿Por qué el hombre más rico del mundo, no se va al desierto o más lejos a hacer sus experimentos?, ¿Por qué no se construye su ciudad y su espacio propio, con carreteras y con servicios que le cuesten, con su fauna y flora de robots para que los contaminé a su antojo? Quizás… hasta que suceda una tragedia”. Hasta ahí la cita.

Señor Musk, permítame ponerme un poco filosófico, el futuro no se construye sobre ruinas invisibles, sino sobre pactos visibles y justos. Usted es un hombre de ciencia. Nosotros, de tierra. Pero ambos, aunque por caminos distintos, estamos hechos de polvo de estrellas.
Escúchenos. Aún estamos a tiempo.

Se lo pide la ciudad que una noche creyó tocar el cielo, y despertó cubierta de ceniza.

Por ello, exigimos a SpaceX que asuma su responsabilidad ambiental y social con la región de Matamoros. Que se establezca un protocolo de monitoreo ecológico independiente, una indemnización justa por los residuos y afectaciones ya registradas, y un compromiso transparente de remediación inmediata. No pedimos limosna tecnológica ni caridad espacial: exigimos justicia terrenal. Porque si de verdad aspiran a colonizar otros mundos, empiecen por no dañar este, por no dañar a Matamoros.

El tiempo hablará.

Tags: Locuras cuerdas
Jorge Chávez

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