Era muy obvio que el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, no estuvo en la CONAGO adulando al presidente electo de México por buena gente, pues eso se discute desde que el mandatario estatal se atrevió a golpear en público a uno de sus colaboradores tiempo atrás.
Habilidoso junto con su equipo de operadores políticos no quiso desaparecer de la escena para los próximos años y se coló como senador plurinominal del Partido Verde, pero recién tomada protesta ya estaba solicitando su regreso a Chiapas, según él: “Para terminar de cumplir los compromisos adquiridos”.
Como públicamente ya se había visto entreguista con el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, y como también tuvo la la ocurrencia de volver a administrar el dinero de los chiapanecos, a Velasco no le quedó de otra que negociar volver a su Estado a cambio de cinco diputados para darle a MORENA la mayoría absoluta en la Cámara Baja para sacar las reformas.
Pero al gobernador el favorcito no le saldría gratis y sus alabanzas fueron desdeñadas, no eran necesarias.
La duda es si jugó bien sus barajas en pos de la supuesta vocación de servicio a su pueblo, o fue por ambición persona. Cierto es que MORENA ganó y Velasco también, porque terminará la gubernatura, tendrá injerencia sobre los dineros públicos y unos meses después volverá otra vez al Senado de la República.
Su partido volvió a demostrar que se alinea con quien más le convenga. Ahora hay que ver cómo se va configurando este ajedrez, mientras tanto Velasco y MORENA ya se jugaron la primera partida.