Cada fin de año procuramos prometer y hacer cosas que que casi nunca cumplimos.
Dos de ellas, las más recurrentes, son dejar de fumar y bajar de peso. Y cada que se acerca la media noche del 31 de diciembre decimos: “Mejor al otro año, que al cabo no pasa nada”.
Soy de la idea que al llegar a cierta edad, al rebasar los 40 años, debemos poner más atención en nuestra salud.
Hace casi 6 años dejé de fumar, literalmente de la noche a la mañana, después de 23 años de llevar tabaco a mis pulmones. Un día amanecí con una cruda a Marlboro blancos y puse fin a ese vicio.
Las bebidas alcohólicas cada vez menos entran a mis venas y a mi cerebro. Las mejores o peores épocas de juventud y adulto avanzado, de parrandas y crudas, ya pasaron y ahora soy un bebedor social.
Por otro lado, creo en lo que dicen los médicos de que bajar de peso no sólo ayuda en la autoestima, sino que menos grasa corporal conlleva a menos problemas de salud.
En el mundo los tratamientos estéticos están de moda y sus precios son cada vez mas accesibles. Y si hay que ahorrar para llegar a la Navidad y darse un regalo de este tipo, vale la pena.
Soy de la filosofía que hay que procurar ser feliz cada día, y hacer el bien al prójimo. Porque uno nunca sabe cuando se apagará la luz de la Tierra y se alumbrará otra seguramente en el Cielo.
A ustedes que nos vieron y leyeron este año, sólo me resta decirles: ¡Feliz 2009!
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