Conocí a Juana María López Avilés en El Porvenir en septiembre de 1984 cuando por primera vez pisé la redacción de un periódico. Era reportera de información local y nunca asimilé que, siendo excelente periodista, un día apareciera en la nómina del gobierno estatal.
Entre 1986 y 1988 y junto con David Carrizales, Luis Ángel Garza y Javier Nava, conformamos el primer equipo de reportajes especiales de un diario de Monterrey conocido como “Grupo Swat”.
Juana María estaba entre las mejores reporteras de El Porvenir, con privilegios merecidamente ganados para realizar coberturas en México y en el extranjero.
En 1999 se alejó del vicioso oficio de periodista y empezó a trabajar en la administración panista de Fernando Canales Clariond.
Con el regreso del PRI al gobierno de Nuevo León, su labor de análisis y planeación en el área de comunicación social fue evaluado por los equipos de Natividad González Parás y Rodrigo Medina de la Cruz, siendo ratificada en su puesto.
Antes de entrar a gobierno estuvo como redactora de noticias en Multimedios y coordinadora regional de la agencia de noticias Notimex. En los mismos años ella estaba en Monterrey y quien escribe de corresponsal en Roma, Italia.
Los viejos tiempos en El Porvenir habían pasado y estaban archivados en su memoria, pero sobre todo en su corazón. Inolvidables.
Las bondades salariales que ofrecen los gobiernos la hicieron cambiar de cachucha. No iba a ser la primera ni la última en decidir entre seguir en el periodismo, o “estar del otro lado”, como decimos quienes tercamente seguimos dentro de los medios de comunicación.
Juana María estaba en una edad madura y la familia era su principal prioridad. Aparte, su paso como reportera de investigación en El Porvenir le abrió más fácilmente las puertas para entrar a gobierno.
Dedicada a su trabajo terminó el sexenio de Canales Clariond, continuó el de González Parás y, entre polémicas, Medina de la Cruz entregó la estafeta a Jaime Rodríguez Calderón. Y ella superaba recortes y reacomodos de personal.
Desde que “El Bronco” asumió el primer gobierno de Nuevo León sin partido el 4 de octubre pasado, una cantidad incalculable de empleados han perdido su empleo en la estrategia de adelgazar la nómina y detectar “aviadores” que servían como soldados del PRI en tiempos electorales.
Aplausos por esas buenas intenciones del ejecutivo. Pero casos como el de Juana María evidentemente demuestran que están pagando justos por pecadores.
Ya sentado en su cargo, Rodríguez Calderón declaró que no conocía a un funcionario que debería presentarse a trabajar a su oficina con un sueldo de 90 mil pesos mensuales. Y de esos seguramente hay cientos.
Hace tiempo en Hora Cero publicamos que en una dependencia de la Secretaría de Desarrollo Económico se gastaban millones y millones de pesos mensuales en supuestos “asesores”, pero que en la realidad eran “aviadores”.
Con bisturí Rodríguez Calderón debe extirparlos de su gobierno, pero no se vale que otras personas como Juana María pierdan su empleo y 16 años y siete meses de antigüedad; su caso está en manos de un abogado laboral.
El pasado 22 de octubre alguien que sí merecía ser despedido sin liquidación fue echado de las oficinas de comunicación social: Pablo Gámez, un gris reportero policiaco de El Porvenir que se mareó muy pronto con el poder que le dio su jefecito del alma Jorge Domene Zambrano.
Sin dignidad, Gámez se aferró a permanecer en la dependencia jurándole lealtad a Diana Adame, la nueva coordinadora de comunicación social.
Está bien que rasuren personal que desde dentro del gobierno de Medina de la Cruz operó con recursos del erario para descarrilar a “El Bronco” durante la álgida campaña.
Pero mal que al pasar el rastrillo en todas las dependencias se lleven entre las patas a gente que, como decía mi abuelita: “Ni la debe ni la teme”.
Sin duda la fiesta de un gobierno que todavía no cumple un mes es protagonizada por los ganadores, pero también en el Imperio Romano los emperadores demostraban grandeza cuando indicaban con el dedo pulgar para perdonar a un gladiador derrotado en el Coliseo, aunque el público pidiera ser echado a los leones.
Rodríguez Calderón quiere seguir galopando y busca llegar a la presidencia en 2018. Por ello debería analizar, antes de despedir, las acciones implementadas contra inocentes burócratas. Y verlos con cara de votos.
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