Está bonita la plantita, pero es mala, no nos hagamos locos (¿locos?, locos los grifos), la mariguana intoxica, nubla, trastorna o provoca un riesgoso cambio en la persona, en el raciocinio del ser humano, durante y después de consumirla, aunque sea veterano usuario, fumador de muchos años, tratándose de un consumidor habitual de tal hierbita “vaciladora”.
Vamos a ver, estudios comprobados del Instituto Nacional contra el Abuso de las Drogas (Estados Unidos) arrojan que entre los efectos de estar dopado (el cerebro lleno de tetrahidrocanabinol, principio activo de la Cannabis sativa), está el de tener una percepción alterada; problemas en la memoria, falta de coordinación motriz, dificultad al pensar o resolver problemas.
Amén de muchos otros más, pero con los que aquí citamos son suficientes, como para que a ningún piloto de avión o a un chofer de transporte público (como nuestros conductores de camones urbanos) le confiásemos nuestra vida.
Así que buena, positiva, lo que se dice algo de bien, sencillamente no lo es.
No lo es, desde el momento que vemos que los que andan mariguanos traen la cara de estúpidos, rostros desencajados, los ojos tintos en sangre, inyectados de rojo, como conejos de castilla, la mirada la traen perdida, ¿y el habla?, ¿los han escuchado? Dicen una sarta de idioteces, tales incoherencias las sueltan con un hablar todo “champurreado”, “escurrido”, balbuceante.
Además la hierba mala, según los estudiosos, es sólo el inicio o el primer escalón entre las sustancias tóxicas, controladas, narcóticos, enervantes, drogas o como ustedes le quieran llamar, que un adicto o vicioso se va a meter en su organismo por el resto de su existencia.
Es decir, la mota sólo es el empiezo.
Y dicen los que saben, que ese empiezo acelera a la víctima a que pase de nivel, a que vaya hacia las otras drogas.
Mentira de que hay control, de que se puede fumar “nada más”, allá de vez cada cuando, que será un solo entretenimiento, una “curiosidad” de la persona, que la cosa no pasará de ahí.
No, no es así, lo dicen los estudios, por el contrario, la inmensa mayoría de quien la consume una vez o con cierta regularidad, va más allá, a otros “cocteles”, a otras experiencias, mismas que no sólo serán de “pura puntada” o únicamente “para saber qué se siente”.
Esa persona después de fumar hierba con regular frecuencia, se cree que irremediablemente, “brincará” a la cocaína, heroína, metanfetamina o lo que sea, incluso a mezclar unas y otras de estas sustancias.
Y ahí es donde la cosa se va a poner del diablo, la caída sin remedio del adicto, la perdición total de la persona.
Todos tenemos amigos, vecinos, conocidos, compañeros, quienes la gran parte de ellos, en la secundaria, la preparatoria, en la juventud, empezaron con la hierba “ocasionalmente” y hoy están perdidos.
LOS MALES GACHOS
¿Para qué nos hacemos tontos?
Y conste que aquí no tratamos el tema de cómo se queman groseramente millares de neuronas en cada “toque”, “porro” “joint”, “frajo” o “churro”, pero, aquí una pregunta, ¿qué les dicen las palabras alucinaciones, paranoia y esquizofrenia?
Alucinaciones son sensaciones e imágenes que parecen reales, pero no lo son; paranoia, es sentir desconfianza extrema de otras personas sin ninguna razón, y esquizofrenia reúne las dos anteriores, más un pensamiento desorganizado.
Agréguenle depresión, ansiedad, tendencias suicidas, sobre todo en adolescentes y gente inmadura.
¿Males físicos? Frecuencia cardiaca elevada hasta por tres horas después de echarse un cigarrillo de dos puntas; ni qué decir el resultado en el producto del embarazo de las mujeres mariguanas.
¿Fumadores ocasionales?, no, no creemos, no hay una lista confiable, de gente de “una sola vez”, bueno, ni siquiera de dos.
Nadie que le haya dado “tres jalones a la Juanita” o le haya “quemado las patas al diablo”, se aleja así tan campante y para siempre.
“¿Un toque mi amigo?”, “no gracias con el cigarrillo y el alcohol tengo suficientes vicios”.
Un servidor, si eligiera otra adicción más, no sería precisamente la de las drogas, hay otros tantos placeres inocuos, que para qué les cuento.