La historia del Titanic ha causado una gran curiosidad para miles de personas en todo el mundo: conocer los nombres de sus tripulantes, las dimensiones del transatlántico británico, sus objetos rescatados es fascinante.
Me tocó conocer la exposición que visitó Monterrey hace algunos años, en junio de 2008 en el Centro Convex: podías ver decenas de objetos rescatados, entre metales, vajillas, ropa y hasta libros de sus tripulantes.
Lo original es que tu boleto de entrada incluía el nombre de uno de los pasajeros, que podías al final del recorrido buscar su nombre en una larga lista, para ver si sobrevivió o falleció en este viaje, que culminó en tragedia entre la noche del 14 y la madrugada del 15 de abril de 1912.
Podías caminar en un largo pasillo, sentir lo helado del ambiente, tocar una pared de hielo como si fuera parte del iceberg con que chocó la embarcación, ser empático a pesar del morbo de caminar cerca de las habitaciones, incluso “revivir” que abordas una lancha de salvavidas al pasar por una sombra. En la actualidad hay una expo en Las Vegas llamada “Titanic: The Artifact Exhibition” en el hotel Luxor.
Recordarán de la película de James Cameron “Titanic”, la forma como es narrada la historia es una belleza. El tema “My Heart Will Go On” de Celine Dion, ha vuelto a ponerse de moda y ser solicitada en las plataformas. Su melancolía la ha hecho una de las favoritas de millones de personas.
El mismo director Cameron es un gran conocedor del tema del Titanic, se dice que ha viajado en las profundidades hasta 33 veces en el Deepsea Challenger hasta el abismo marítimo Challenger, el punto más profundo que se conoce en la Tierra, de 10 mil 902 a 10 mil 929 metros, en la fosa de las Marianas, en el Oceáno Pacífico.
Si alguien tenía experiencia en las profundidades era el mismo Cameron, considerando que el Titanic está a una distancia de 3 mil 821 metros. La pregunta es ¿por qué la gente del proyecto del Titan no lo consultó antes?
Porque a toro pasado el director de Avatar ha sido entrevistado en diversas ocasiones sobre la reciente tragedia que mató a cinco tripulantes del proyecto Titan por una aparente implosión (explosión inversa, hacia adentro de la cápsula).
Las redes sociales ya han lapidado a los millonarios que deseaban ver de cerca los restos retorcidos del Titanic debajo del mar. ¿Por qué no vieron primero el documental de Cameron? De seguro lo repasaron, pero les ganó el ansia por hacerlo ellos mismos.
Hasta la Rosa María me decía que por qué no se conformaron con ver la película de Leo DiCarpio y Kate Winslet. No les cuento el final para no dar spoilers.
Habría que entender la locura que llevó a Stockton Rush, el CEO de la empresa; al aventurero británico Hamish Harding; al francés Paul-Henri Nargeolet; como al paquistaní Shahzada Dawood y su hijo, Suleman Dawood.
Invertir 25 mil dólares eso es lo de menos. La gente que tiene el dinero puede gastarlo en lo que quiera, pero perder la dimensión del peligro es lo que llama mucho la atención.
David Lochridge, exdirector de Operaciones Marinas de OceanGate, les dijo hace años que algo andaba mal, sobre el grosor del casco del Titán, pero lo despidieron porque era tanta el ansia por bajar a las profundidades que no le hicieron caso.
El Titan estaba hecho de fibra de carbono, ligera, pero sin la protección que pudiera tener el acero o titanio, además de tener problemas en la comunicación y propulsión. ¿De verdad lo manejaban con un control de videojuegos?
El tema seguirá llamando la atención y el morbo de la gente los seguirá, ya hasta una cumbia le hicieron al Titan:
“Se les perdió el submarino, no lo pueden encontrar/ Ojalá que esas personas pronto puedan rescatar. Se les perdió el submarino, no lo pueden encontrar, si me hubieran invitado de pen… iba a aceptar”.
Una letra nada fina comparada a la popular de Celine Dion:
“Cada noche sueño contigo, contigo/ sé que aún existes amor/ siempre en la distancia podremos amarnos, sigues en mis sueños amor”.