En México tenemos suficientes impuestos como para seguir pagando la llamada tenencia, que hoy en día es el dolor de cabeza de miles de mexicanos y tamaulipecos.
En tiempos del presidente Antonio López de Santa Anna había un impuesto por uso del aire, es decir pagabas un peso por cada ventana que tuvieras y si tu cuarto tenía tres ventanas, terminabas pagando tres pesos.
Impuestos tan ridículos como dos pesos por la tenencia de un caballo gordo y un peso si el caballo estaba medio flaco.
La tenencia vehicular fue más o menos la misma tarugada, pero este impuesto fue creado en tiempos de Gustavo Díaz Ordaz, para financiar las Olimpiadas de México 1968.
Se van a cumplir 50 años de la creación de la tenencia y todavía la seguimos pagando, ya hasta nos dan ganas de gritar que México no vuelva a organizar unas Olimpiadas porque quién sabe qué impuesto van a inventar.
Por cierto, la eliminación de la tenencia ha sido lema de campaña desde Felipe Calderón Hinojosa, pero quedó en simple promesa, pues la realidad es que todavía en muchos Estados se sigue cobrando.
Y por si eso fuera poco, aparte tenemos que pagar el replaqueo, otro impuesto recaudatorio que los gobiernos estatales nos lo cobran hasta tres veces por sexenio.
Es decir que si uno compra un auto nuevo al inicio de un sexenio, corre el riesgo de que aparte de la tenencia le cobren las placas, esto durante al menos tres ocasiones.
¿Y para qué unas placas nuevas? Pues nada más para que el gobierno tenga más recursos y más ingresos.
El gobierno de Egidio Torre debió aprenderle algo al gobierno de Estados Unidos (ya para que) por ejemplo, los gringos nunca hacen el replaqueo o cambio de placas, los carros nacen con placas y esas mismas les duran toda la vida útil.
Las placas metálicas son lo que el acta de nacimiento para las personas en nuestro México lindo, por eso vemos los carros “chocolates” con las placas todas abolladas y en el título de la misma viene registrado el número de placa.
Por cierto ese número de placa sólo cambia cuando ese vehículo gringo lo importamos o lo nacionalizamos y le ponemos placas mexicanas, ¿con qué fin?, pues con el único para recaudar más dinero.
Por ejemplo si tú quieres cambiarle la placa a tu carro en Estados Unidos tienes que hacer todo un procedimiento: dar de baja, pagar las nuevas y ponerle tu apodo o el día mes y año de tu fecha de nacimiento, pero sólo si tú lo deseas, de lo contrario el carro “nace” con un número de placa y muere con la misma y se va al yonque o al deshüesadero con todo y las metálicas.
En el 2016 los tamaulipecos tendremos que desembolsar 400 pesotes por unas nuevas placas, yo ya llevo con esta mi tercer juego de placas desde que lo compre en el año 2012.
Por si eso fuera poco, tengo que regresar las placas al momento de pagar las nuevas y el gobierno sí me las cobra, pero no me da nada a cambio por las láminas viejas, entonces les pregunto para qué las quieren si ya no sirven.
Es un fastidio estos trámites burocráticos, porque aparte tengo que pasar largas horas haciendo fila y tengo que llevar las placas viejas, copia de la tarjeta de circulación, identificación oficial con foto, comprobante de domicilio y los 400 pesos respectivos.
Pero ahí no queda todo, también tengo que pagar más de mil y tantos pesos de la tenencia correspondiente al año 2016 y si no pago la tenencia no puedo obtener las placas nuevas.
Entrando el 2016 ya habrá candidatos a la gubernatura por el PRI, PAN, MC, PRD y otros. Ojalá y estos aspirantes a gobernadores hagan algo para ya no pagar más la tenencia y le den fin al reemplacamiento.
Estoy casi seguro de que si eliminan estos impuestos y hacen los trámites menos burocráticos, seguramente ganarán la elección, porque los ciudadanos estamos hartos de pagar estas contribuciones sin recibir nada a cambio.