He leído opiniones que creen firmemente que si el PRI se viene abajo por el caso Chihuahua Ricardo Anaya se fortalecerá y se le encaramará a López Obrador.
No comparto esa percepción o ese entusiasmo, porque de acuerdo a la lógica y la experiencia sería absurdo suponer que todos los molestos por la corrupción se van a cargar hacia el que será candidato de una coalición compuesta por partidos que forman parte del sistema político y en consecuencia detestados por el ciudadano.
En todo caso, y dentro de las suposiciones, entre más afloren casos de corrupción quien podría ser el mayor beneficiado sería López Obrador, ya que su principal bandera -y desde hace 17 años- es extirpar precisamente ese cáncer que ya tiene al país al borde del colapso.
Por lo anterior y en mi opinión, percibo que disminuir al PRI fortalecerá más al MORENA que a la coalición Por México al Frente. Primero, por haber sido concebida por medio de una cópula cupular que ha sido causa de desgajamientos tanto en el PAN como en el PRD, y segundo, porque su precandidato Ricardo Anaya no se ha caracterizado por ser propiamente un paladín contra la corrupción.
No basta que Anaya asegure que él enfrentó al PRI al que tildó de corrupto y lo derrotó en seis estados en las elecciones de junio del 2016, al contrario, eso lo merma, pues lo dibuja como un engreído que le resta todo mérito a los que fueron candidatos, por lo que, para dejar atrás a José Antonio Meade va a requerir de algo más que balandronadas y borrar de su pasado los elogios que virtió hacia las reformas de EPN, que como testimonio de ello anda circulando por las redes sociales un video que pone en entredicho su supuesta fobia a todo lo que huela a PRI.
Que tengan un bien día todos.