Hay tantas cosas de qué hablar que me resulta abrumado. Me siento como el novio recién casado en su noche de bodas: sabe lo que tiene que hacer, pero no por dónde empezar.
La crisis, las balaceras, la falta de circulante, el aumento de la criminalidad, los despidos, el desempleo y el marasmo en el que la clase política ha colocado a México son los temas que están pendientes.
Pareciera que a esta clase política le importan más sus ganancias que la Nación, y por ello se transita de una aberración a otra, a una suma interminable de equivocaciones.
Sí, hemos avanzado, pero al compararnos con los países que en el año de 1945 estaban devastados como Japón, Alemania, Inglaterra, Austria, Holanda y Corea, vemos que hoy estas naciones son poderosas, industrializadas y con una solvencia económica sin igual.
Esto lo lograron sin petróleo, pues sólo viven de producir, de inventar, de crear.
México, que todo lo tiene, sigue igual que hace años. Hay crecimiento, es indudable, pero estamos a mil años luz, de los países desarrollados.
¿Cuál es la diferencia? ¿De qué están hechos estos países?
Sus habitantes están hechos de carne y hueso, como nosotros, pero su actitud es diferente, pues ellos tienen una mentalidad ganadora, de respeto, de superación, entonces ¿qué nos pierde?
Quizás sea la cultura del “ahí se va”, la de tirar basura en las calles, la vivir con el hambre en la espalda. Si esto lo sabemos, entonces ¿por qué continuar con esas prácticas?
Desgraciadamente en México si quieres producir te detienen, si quieres progresar, te ponen miles de trabas; tal parece que quien desea prosperar es un prófugo de la ley.
Como que ya va siendo tiempo de cambiar de ideas ¿No cree Usted?
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