Si una propuesta de campaña de Andrés Manuel López Obrador fue comprada por el electorado para obtener la aplastante victoria el 1 de julio pasado, esa fue la de quitar las millonarias pensiones a los ex presidentes que recibían más de 200 mil pesos mensuales, seguros de gastos médicos mayores, escoltas y otras generosidades.
Eso sucedió días después de pasar el tsunami de críticas sobre la consulta del nuevo aeropuerto, cuando el Congreso de la Unión de mayoría MORENA votó para que terminara esa estupidez que ofendía no solo a millones de mexicanos pobres o extremos pobres, sino a clases sociales más holgadas.
Porque no hay que ser tan inteligente o graduado en la Anáhuac o Harvard, por citar dos universidades pomposas de México y Estados Unidos, para saber que cada presidente con una obra pública que se hizo o autorizó en el sexenio (llámese presa, autopista, hospital, zona habitacional o contratos petroleros), con la tajada que recibió corruptamente viviría él, su familia y sus descendientes por los siglos de los siglos.
Pues el sistema corrupto que ha imperado en México, donde los constructores agraciados por obras deben regresar desde el 10 o hasta el 30 o más por ciento a los gobernantes, ha beneficiado desde un alcalde, gobernador y con más razón a secretarios del gabinete y al mandatario de la Nación.
Precisamente la bandera de López Obrador en la campaña fue esa: dejar de inflar los precios de las obras públicas y, con ello, beneficiar a las clases sociales menos favorecidas, por ejemplo, apoyar con un primer sueldo a estudiantes de educación media (técnicos) o superior (universidades) que ingresan a las empresa buscando mejores remuneraciones.
Si AMLO baja el cero claro que sí contiene, porque es una enormidad de dinero del erario público que se presupuesta para inflar los precios de las obras que hace el gobierno federal, “porque hay que regresar un porcentaje a los funcionarios”. Y se quiere sepultar esa práctica ilegal y corrupta.
Esa fue verdadera razón por la cual se canceló el proyecto del aeropuerto de Texcoco. Obviamente donde los gobernantes salientes ya tenían asegurada una gran tajada del pastel para disfrutarla hasta su muerte… Y de paso “se les acabó la ‘chichi’ a los ex presidentes”.