Se va enero, y los propósitos melómanos de una servidora se han cumplido hasta el momento: continuar escuchando discos completos de artistas nuevos y/o que no conocía, para sumarlos a la biblioteca de la plataforma que más utilizo para reproducir música.
Una de las elegidas para dicho propósito es una cantante originaria de Estados Unidos, que llegó hacia mí a través de dos vías: la recomendación musical (“oye, escucha esta canción porque seguro te va a volar la cabeza”) y por la curiosidad de ver su presentación en vivo en el pasado festival Corona Capital, celebrado en noviembre del año pasado. Seguí ambas vías, llevándome una sorpresa que derivó en satisfacción auditiva y digna de compartir: Ella es St. Vincent.
Annie Clark, mejor conocida como St. Vincent, en abril de 2024 estrenó su disco All Born Screaming, el número 8 en su carrera, el cual lo integran 10 temas que nos pueden conectar con sonidos que asociamos a otros artistas que llevan un camino consolidado en la industria musical.
St. Vincent ha declarado que, para este disco, tomó la decisión de hacerlo como una catarsis post–pandemia; en donde la música nunca se siente lúgubre o derrotada. Así que, por primera vez en su carrera (trabajando con amigos en la batería como Dave Grohl, Stella Mogzawa y Josh Freese, y la artista de art-pop Cate Le Bon), se puede sentir una verdadera sensación de descubrimiento mientras recorremos cada tema, incluso en los momentos más duros y pesados del disco. La libertad de poder hacer lo que ella quiere se nota de principio a fin.
Sin embargo, ese enfoque sónico, que podríamos describir con distintos géneros: desde el rock alternativo, el pop, industrial, gótico, así como un poco de reggae y melodías con sintetizador; atraviesa destellos de todo aquello que la ha influenciado y la llevó a plasmar, a través de cada canción, una historia que te hace disfrutar y descubrir la belleza sonora de los instrumentos que utilizó con cuidado y esmero.
Para perfeccionar este trabajo y consolidar su espacio en México y Latinoamérica, nos ofrece Todos Nacen Gritando, que se promociona a la par del disco grabado en su idioma nativo y con ello nos extiende una carta de amor y de conexión a la vez. Admito que inicialmente fue extraño escuchar las canciones en español; sin embargo, destaco que el esfuerzo y el resultado están bien logrados.
Cada uno de los temas merece su reseña y espacio; me ha sido complicado poder elegir uno solo para recomendar. Lo que les puedo escribir es que se den el tiempo para recorrer ambos discos. Y, en lo particular, la canción que le da título al disco es un magnífico cierre que nos transmite luz y energía durante los primeros minutos; posterior a ello, se va desvaneciendo para darle espacio a un beat o latido, que te conecta con la voz que podríamos asociar como si fuera lo que de pronto brota en nuestro interior y de nuevo te eleva hacia una satisfacción que te genera una sonrisa.
Nunca es tarde para recordar la importancia de disfrutar lo que la música nos ofrece, por el simple hecho de estar vivos. Y si viene de alguien que lo expone a través de su talento, podemos concluir que St. Vincent lo ha logrado y por partida doble.