En estas Christmas, aunque ahora se dicen Fiestas, quesque hay un chorro de religiones, la cosa es que si de algo se enfermaba la gente del Covid, pos ahora será de atracones.
Ayer le contaba a mi manita Lety que yo no conocía la carne de puerco, porque Mamá no nos servía en la casa, decía que era mala y nos haría daño.
Tal vez estaba en secundaria, allá en la casa de 16ava, en Cumbres, que mi brother Ricardo llegaba presumiendo que probó unos ricos tacos de trompo que no tenían abuela, también sabía que le encantaban los ostiones en su concha.
Los ostiones nunca me atreví a probarlos en la calle, pero los de trompo, sí… ¡qué delicia! pensé cuando los probé, los vendían cerca de la plaza en un carrito, esos me encantan pero no los pruebo mucho para no salir mal del colesterol, y dicen, dicen que son los preferidos de muchos mexicanos.
Hasta la Rosa María no perdona una orden de trompo, de esos que sirven con doble tortilla, con su cebollita, cilantro y limón. La salsa acá parece guacamole, pero es puro chile serrano con aceite y ahí te encargo una desconocida.
Entonces si ahora que llegan estas Navidades, todos por favor con la Susana Distancia, su cubrebocas y cubrecaras, no faltará quien diga ¡qué exagerado eres!
Pero de verdad lo que me preocupa es que ‘ora que voy a la Capirucha, no faltará que probar: pavo, pierna, romeritos, sopa de coditos con Velveeta, ensalada caprese, no me digan que falta la carnita asada a las finas hierbas, por favor, las papas que tanto se consumen acá bien light, con crema de la que engorda, doble mantequilla y chorro de queso espolvoreado, nomás de decirlo voy a pedir una de la Carnicería Marín, que sirven con totopos delis.
En esto de la arrejuntadera siempre de los siempres hay postres diversos, los pasteles de zanahoria, alemán, chocoflan, de Milky Way y las nueces garampiñadas.
No me dejes solo primo, como no podemos ir a Lubys a pedir nuestro pay de limón porque no nos abren el puente internacional desde marzo pasado, pos acá tenemos que pedirlos con Gaby o al HEB más cercano.
No se aglomeren en las tiendas, no sean zonzos, pos qué es tanto argüende, como si nunca habían pasado unas Christmas con poca gente.
Mi mejor consejo es que se vean a la raza por Zoom y si es tanta la ansiedad, pos como la family ha crecido tanto, que separen por grupos a los abues, a los peques y los demás con relativas distancias de metro y medio: la idea de poner tachas en medio de las sillas no es tan mala, es más mejor que andar visitándolos en los hospitales.
Y no se hagan: esto del Covid nos vino a dar en la máuser a “munchos” con la vendimia, así que si quieren estar pior, pos ustedes saben.
Este fin de semana estuve en Monterrey y me sorprendieron los parientes, todo estaba cerrado, menos las tiendas de la fayuca por la calle 15 de Mayo, como las colas en las carnicerías de la Ramos y de San Juan.
Bien antojados que semos, pero claro, nos gusta lo bueno, aunque el doctor López-Gatell nos regañe por elevar los índices de obesidad y diabetes.
Nos den mal ejemplo y apláquensen, que tiempo y vida nos sobra, salvo que nos contagiemos del Covid y entonces sí, ni al funeral podremos vistarlos, porque no nos dejan entrar.
De que nos vamos a morir, eso que ni qué, de que queremos ver a los parientes, también: pero no la muelen, todos con mucho cuidado y con su gel antibacterial en la mano… ¡ah! y no me cuenten que eso del cubrebocas no sirve para nada, porque no quiero que una gotícula me contagie y me dé el patatús.
Sean felices y disfruten estas fiestas…