“Ramón Garza Barrios compró boleto”, amenazó el narco-mitómano-corrupto candidato del PAN a su adversario político en Nuevo Laredo. Es la confirmación que Cabeza de Vaca es lo peor que pudiera pasarle a Tamaulipas. Pero no me extrañaría que un Estado podrido en delincuencia tenga un traje exactamente a la medida.
¿Y sobre su chalet suizo de más de 100 millones de pesos qué dijo? Nada, sólo la mentira expresada en el debate de que el rancho de Soto la Marina de 275 hectáreas, y la majestuosa construcción, es una inversión familiar.
El ser corrupto parece ser motivo de orgullo en esta entidad tan lastimada a través de gobiernos estatales y municipales de todos los partidos, como fue la administración del PAN en Matamoros encabezada por Ramón Antonio Sampayo Ortiz, de 1996 a 1998, cuando favoreció a constructoras familiares con obra pública.
Si bien el PRI se ganó su fama de partido corrupto a través de las décadas, el PAN no desentonó. Prueba de ello, la esposa de Sampayo Ortiz es senadora suplente.
En ese caso de las irregularidades cometidas por el ex alcalde panista, la justicia de Tamaulipas, siendo gobernador del PRI Tomás Yarrington Ruvalcaba, no actuó, como tampoco lo hizo Eugenio Hernández Flores contra el albiazul Cabeza de Vaca, por toda la corrupción cuando el primero fue alcalde en Reynosa de 2005 a 2007.
En fin, los dos partidos han demostrado ser tapaderas unos de otros; “perro no come perro”, dirían en el rancho.
Por eso a pocos extrañó que a comienzos de año el Congreso del Estado, dominado por el PRI y partidos aliados, haya aprobado las sucias cuentas públicas de Reynosa del actual candidato albiazul para gobernador.
Mugre, pus, putrefacción o vómito político. ¿Cuál adjetivo les gusta?
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