En el mercado internacional, los precios mexicanos reflejan tanto el precio interno como el precio de dólar. El mismo cuarto de hotel para un turista extranjero cuesta más o menos según a cómo esté el dólar, aunque en pesos cueste lo mismo.
El nivel general de precios internos no tiene vaivenes: sube y casi nunca baja. Si la inflación es la misma en ambos países, no afecta el comercio internacional. Pero si es del 2% en los Estados Unidos y de 4% en México, la diferencia se acumula en unos cuantos años y el precio del dólar tiene que ajustarse para no dañar las exportaciones ni favorecer las importaciones.
Hay un círculo vicioso. Si el dólar sube, los precios de los productos importados también, y eso contagia a los no importados. Pero, si todo sube, los turistas e importadores extranjeros compran menos o buscan otro país, con el resultado de que entran menos dólares y el dólar sube todavía más.
Los mexicanos que deben al extranjero pueden comprar de una vez los dólares que van a necesitar y ponerlos a ganar intereses en otro país, mientras llega la fecha. Pero esto empeora la situación.
Los ahorradores extranjeros que tienen bonos en pesos los venden, aunque rinden más (con un dólar estable), y también sacan dinero del país.
Los especuladores aprovechan para comprar dólares que no necesitan porque esperan revenderlos a corto plazo en un precio mayor.
Para frenarlos, el Banco de México vende dólares de sus reservas. Mejor ha sido una solución reciente: vender coberturas cambiarias. Quien tiene que hacer un pago en dólares en el futuro se asegura comprando al Banco una promesa de que no tendrá que pagarlos entonces al precio que sea, sino a un precio predeterminado desde ahora. Con esto el Banco conserva sus reservas y el acreedor evita la incertidumbre.
Hace años el Banco de Inglaterra cometió el error de encapricharse defendiendo la libra. George Soros ganó una fortuna comprando libras baratas y revendiéndolas cuando el Banco ya no pudo aguantar. Como los ingleses, los presidentes López Portillo (“Defenderé el peso como un perro”) y Carlos Salinas de Gortari (que con igual machismo convirtió los tesobonos pagaderos en pesos a pagaderos en dólares) hicieron el ridículo, desastrosamente para el país.
Las coberturas ahuyentan a los especuladores, y eso (más el aumento en las tasas de interés) explica la baja del dólar. Que puede revertirse porque la inflación ha empeorado y vienen las negociaciones del TLC y las elecciones de 2018: un gasto público excesivo para congraciarse con los votantes y candidatos que provocan incertidumbre.