La noche del domingo, el Gobernador de Nuevo León se instaló de nuevo en las redes sociales para dar un mensaje a la población en el concluye, tras semanas de atar cabos y estructurar ideas -así lo dijo- que “la naturaleza nos está cobrando factura, y Nuevo León la está pagando muy caro”.
Parece broma, pero es en serio.
Fueron 35 minutos y 33 segundos de tiempo oficial para un mensaje en el que esencialmente Samuel García dijo no solo lo que ya se sabe, sino lo que millones de neoloneses sufren: no hay agua potable y el calor es insoportable.
Instalado en su papel de estadista, y rodeado con toda la parafernalia de mercadotecnia política que tanto lo seduce, el joven gobernador de Nuevo León mencionó que además de las condiciones de sequía y altas temperaturas, factores como la tasa de natalidad y la generación de empleos que atraen permanentemente a la entidad a nuevos migrantes han convertido a los neoloneses en “víctimas de su éxito”.
Bien hizo García en incluirse en ese grupo, porque él, como gobernador del estado donde se encuentra la capital industrial del país, es ya una víctima de su éxito.
Probablemente ni en sus más terribles pesadillas o en la construcción de escenarios más complejos, el gobernador se imaginó que a unos meses de tomar posesión después de una efectiva y eficiente campaña le tocaría enfrentar la peor crisis humanitaria en la historia reciente de Nuevo León, apilada sobre la emergencia sanitaria causada por la pandemia, el éxodo masivo de migrantes extranjeros en tránsito a los Estados Unidos, y el conflicto de baja intensidad entre y contra organizaciones criminales.
El éxito de García en la elección fue basado en presentarse como la opción diferente, sin compromisos y con ideas frescas para problemas viejos. En su mensaje del domingo por la noche, el que el gobernador culpara a los gobiernos anteriores de no prepararse para la sequía, que reconociera la falta de agua en el mundo como parte de cambios ambientales, y que usara cifras de un decreto presidencial para ilustrar como en otras entidades también están sufriendo no fue nada novedoso, innovador o transformativo.
Igualmente, el llamado a la comunidad a reflexionar en solidaridad sobre la importancia de cuidar el agua, a que reduzcan el tiempo y hasta la frecuencia para bañarse tampoco le abona a la esperada transformación en la forma de gobernar, como tampoco lo es el decir que se tienen muchos planes y se han detectado tomas irregulares.
Utilizar los recursos oficiales para decir lo evidente no es gobernar, es demagogia, que por cierto históricamente nunca ha caído bien entre los neoloneses. El mensaje de gobierno fue meramente brochazos de un plan de respuesta y otro de mitigación. Solo esbozos, bosquejos de lo que se ha hecho y lo que se quiere hacer.
La comunicación en tiempos de crisis, que utiliza tiempos y recursos oficiales para producir y diseminar mensajes a la población, requiere de mucho más que pinceladas de respuestas y recomendaciones al viento. En tiempos críticos como los que sufren los neoloneses el mensaje es tan simple como contundente: que estamos haciendo en concreto para resolver el problema, y que puede en concreto hacer la comunidad para ayudar. Lo del domingo por la noche fue un muy mal intento.
Se sigue esperando mucho más que publicaciones y en vivos de Samuel García, el joven político que hasta ahora sigue más cautivo y cautivado por los ‘likes’ que por resolver lo inmediato y prepararse para lo que viene, que a como se ven las cosas será bastante.
Horacio Nájera es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UANL y maestrías en las Universidades de Toronto y York. Acumula 30 años de experiencia en periodismo, ha sido premiado en Estados Unidos y Canadá y es coautor de dos libros.