Sobre el lamentable deceso de Ximena Itzel, de apenas 18 años, lo poco que se supo es que nunca debió morir por el accidente automovilístico donde se vio involucrada la madrugada del sábado 17 de enero pasado en Matamoros, Tamaulipas.
Al día siguiente la joven estudiante de administración debía tomar un autobús con rumbo a Monterrey para reanudar clases con el inicio del semestre en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Pero su vida se apagó en un instante. El gremio periodístico se consternó al saber de la noticia de que la única hija de José María había fallecido lamentablemente, restándole dos varones.
Quienes vieron las pocas fotos publicadas en redes sociales del accidente, coinciden en que la vida de Ximena Itzel no tuvo que apagarse esa madrugada cuando apenas comenzaba 2015. Pero Dios así lo quiso.
Los peritos que acudieron al lugar de los hechos se percataron que la joven no tenía puesto el cinturón de seguridad. Un mal que padecen miles de conductores cuando transitan por las calles de las fronterizas ciudades de Tamaulipas.
Nunca se ha conocido la razón por la cual muchos automovilistas no se colocan este salvavidas, sobre todo conscientes que desde Nuevo Laredo a Matamoros no podemos presumir que somos los más diestros y concentrados tras el volante.
Además de esta impericia y no ajustarse el cinturón, se aunaron las nuevas tecnologías que distraen a los conductores que manejan viendo no uno, sino hasta dos celulares al mismo tiempo.
Antes de este accidente, semanas antes en otro sector de Matamoros, una persona mató a un niño de dos años cuando, según su propio relato: “Iba escribiendo un mensaje y no me di cuenta cuando (la víctima) atravesaba la calle y no pude frenar”.
Cuántas veces las personas que tienen el privilegio de tener una visa y cruzar a Estados Unidos, apenas entraron a territorio mexicano se quitan el cinturón de seguridad porque, argumentan: “es muy molesto”, “me aprieta” o “me fastidia traerlo puesto”.
¿Entonces por qué estando en el país vecino sí somos ciudadanos ejemplares que acatan las leyes? Es la pregunta que nos hacemos. Y la respuesta es: porque allá sí las aplican (las leyes) y las multas son altas.
Si las autoridades texanas sancionan por tirar basura con el vehículo en marcha y por no cortar el zacate de una propiedad, con mayor razón cuando los padres ponen el riesgo la vida de los menores de edad al no llevarlos en un porta bebé y, obviamente, por no colocarse el cinturón.
En México una y otra vez los encargados de Tránsito han querido homologar esta obligación, “pero no hay moche que desaire a un agente”, se dice cuando la corrupción se impone.
Pero este mal mexicano no terminará con una vacuna, porque es una epidemia sobre ruedas. No se trata de me gusta o no me gusta; me fastidia o me incomoda; se trata de elegir entre la vida y la muerte.
Apenas el 19 de septiembre de 2014 el papá de Ximena Iztel escribió en su muro de Facebook:
“Me puso tubos en el pelo, hizo que me comiera sus revoltijos que con mucho cariño me “preparó” en sus micro hornitos, me pintó la cara con sus “cosméticos”, y cuando en muchas ocasiones llegaba a la casa cansado del trabajo o afectado por diversos problemas, ella todo lo arreglaba con dos palabras: “Hola Papito”, y me extendía sus bracitos para abrazarme brincando desde el segundo o tercer escalón.
Ella es Ximena Itzel, mi hija, que hoy llega oficialmente a su mayoría de edad. Pero saben, y ella lo sabe, siempre de los siempres será mi princesa, la de los cuentos de hadas, ahora convertida en una universitaria, con muchos deseos de desarrollo y progreso que me hace sentir súper orgulloso.
Muchas felicidades hija, sabes que te amamos tu mamá, tus hermanos y por supuesto que yo. Y a pesar de no estar juntos físicamente, sabes que estás siempre con nosotros en nuestros corazones. Feliz Cumpleaños hija”.
Y de mi parte, descanse en paz Ximena Itzel.