MÉXICO, D.F.- Con anécdotas, chascarrillos y versos, el cantautor español Joaquín Sabina, quien se dijo dueño de un corazón muy mexicano, ofreció anoche el primer concierto de su gira “500 Noches para una Crisis”, ante miles de asistentes que abarrotaron el Auditorio Nacional.
Apenas comenzaba la velada, que llevó al público a un emotivo recorrido por la obra cumbre de “El flaco de Úbeda”, “19 días y 500 noches”, y las ovaciones y los gritos no cesaban en el interior del Coloso de Reforma.
Con la participación de Mara Barros como invitada especial y bajo la eufórica atmósfera, se interpretó “Ahora que”, tema con el que arrancó el concierto que marcó el inicio de una esperada gira que ha llevado a Sabina a saciar esas insoportables ganas que tenía por volver a México, según él mismo expresó.
“En esta ciudad, hace 30 años empezamos nuestra aventura latinoamericana que tantísimo nos ha calentado el corazón” dijo el músico para saludar al público mexicano, tras cantar las piezas “19 días y 500 noches” y “Barbie Superstar”.
Apenas hace un año, Sabina ofreció una gira en pequeños foros del país, por lo que no encontraba un fuerte motivo para regresar: no había editado un nuevo disco y acababa de regresar a Europa.
“Quiero decir que en todo esto, el azar, como en todas las buenas cosas de la vida, tiene muchísimo que ver”, dijo antes de relatar cómo gracias a que sus amigos músicos lo visitaron y pusieron en su casa aquel álbum añejo que dio a conocer hace 15 años, fue que se le ocurrió hacer una gira de celebración.
“En mi casa solo se escucha buena música, por lo que resultó casi una blasfemia que pusieran mi disco, para calmarme Panchito me trajo un whisky, luego otro, al tercero me parecía que esas canciones no estaban tan mal y ya para el quinto pensé que el disco estaba entre el ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’ de los Beatles y la novena sinfonía de Beethoven”, bromeó.
Tras dichas palabras, el entusiasmo del público creció y las risas invadieron al Auditorio, contó que en la época de “19 días y 500 noches”, cumplió sus primeros “Cuarenta y Diez”, tuvo un ictus y se vio obligado a cambiar sus amigos drogadictos ,de “rock and roll”, por los borrachos poetas.
“Me busqué una mujer mejor, que todavía me aguanta, pero que me hizo jurar sobre todos los evangelios que no volvería a llamar de madrugada a la puerta de ‘La Magdalena’”, así presentó Sabina el cuarto tema que cantó.
Continuaron acompañadas del coro del público las canciones: “A mis Cuarenta y Diez” y “Donde habita el olvido”. Al fondo del escenario se proyectaron dibujos que sabina creó durante el año de depresión en el que Sabina dejó la guitarra y se compró unos lápices para hacer, lo que él llamó, garabatos absurdos.
Llegó el turno de “Ese no soy yo”, canción que, después de muchos año, logró traducir de una manera completamente libre y con un ritmo muy propio para dedicarla a Robert Zimmerman, mejor conocido como “Bob Dylan”.
“Uno se enamora de determinados países y ciudades, pero siempre a través de la gente que uno conoce en esos lugares. Dedico el siguiente tema a tres personas muy importantes para mi acorazonado corazón mexicano”, declaró.
“Noemí Cabrales, quien me enseñó lo mejor de Tijuana, que era ella; a Pablo Salazar, que me hizo enamorarme de Chiapas y a Ricardo Rocha, que me abrió las puertas del México entero”, dijo emotivamente.
Acto seguido, Sabina comenzó con los primeros versos de “Peces de ciudad”, para luego continuar con “Viridiana” y después hacer honor a su amigo y ex guitarrista del grupo Alarma, Jaime Asúa, a quien cedió el escenario para que interpretara “Rubia platino”.
Sentado, con la guitarra en su regazo y luciendo un sombrero de bombín negro, característico de su atuendo, el músico comenzó a versar:
“No faltaron tormentas aquel año, me echaron de las barras de los bares, desgarré mi camisa de lunares, dejamos de jugar a hacernos daño, rimando la canción del desengaño, deserté de los fuegos malabares, cambié las alegrías por sombreares, y al tipo que te amó por este extraño”
“Me acosaron alarmas imprevistas, sufrí tu: te perdí, fui tropezando extramuros del furo del artista, prófugo de un dolor que ya no existe, llevo 500 noches celebrando la impúdica belleza de estar triste”.
Enseguida, el cantautor hizo sonar los primeros acordes de “Cerrado por Derribo”; continuó sin pausas la interpretación de “Pero qué hermosas eran”, “Más de cien mentiras” y un pequeño popurrí que intercaló “Noches de Boda” y “Nos dieron las 10”.
Luego de una pequeña pausa, regresaron al escenario Pancho Varona y Mara Barros para deleitar a los asistentes con “Conductores suicidas” y “Noches Perdidas”, respectivamente.
Aparece Sabina en el escenario para ofrecer un dueto con Barros, ambos intercalaron, con el particular estilo que acostumbra cada que se presentan juntos, las piezas “Y sin embargo te quiero” de ella y “Y sin embargo” de él.
Llegó el momento cumbre de la noche, no fueron necesarios más discurso para que el público se pusiera de pie y cantara al unísono “Por el Boulevard de los sueños rotos”, mientras se proyectaba al fondo del escenario imágenes de Sabina y Chavela Vargas.
Después de cantar “Princesa” se hace una última pausa. Abre el último y el más pequeño bloque Varona con “Tan joven y tan viejo”.
“Yo no quiero calor de invernadero,?yo no quiero besar tu cicatriz,?Yo no quiero parís con aguacero,?ni Tenampa sin tí”, versó Sabina en “Contigo”. El final de la velada llegó con “Pastillas para no sonar” y un fragment de “La canción de los Buenos borrachos”.
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