MANZANILLO, COL.- Catalogado como el huracán más potente y peligroso en la historia del Pacífico mexicano, Patricia se podría convertir también en un paradigma de la protección y la autoprotección civil.
A pesar de su potencia, de sus embates al tocar también la franja costera de Colima al impactar en el vecino estado de Jalisco, la fortaleza, la coordinación y la solidaridad de los colimenses y de sus autoridades salió a flote y se demostró que los efectos negativos pueden aminorar cuando existe voluntad.
Esa es la impresión que existe en Colima, pues las afectaciones finales fueron menores a las que se esperaban con la llegada de un huracán categoría 5, por lo que el estado, y especialmente el puerto de Manzanillo, se encuentran de pie y en marcha ya la reconstrucción de aquellos lugares que resintieron los efectos del fenómeno.
La mañana del viernes comenzó con una lluvia intermitente, pues Patricia se encontraba a unos 350 kilómetros de Manzanillo, con un desplazamiento de 19 kilómetros por hora, por lo que se pronosticaba su impacto a las 19:00 horas en superficie jalisciense.
Conforme transcurrió el día las precipitaciones fueron subiendo de intensidad, al igual que la velocidad de los vientos, sobre todo en los municipios costeros Armería, Tecomán y Manzanillo.
Acostumbrados a este tipo de contingencias, comerciantes y habitantes del puerto comenzaron a prepararse colocando cinta en vidrios de puertas y ventanas, a fin de fortalecerlos contra los embates de la naturaleza, al tiempo que autoridades federales, estatales y municipales se alistaban para auxiliar a la población.
Podían observarse avenidas sin vehículos ni personas, negocios cerrados, mucha lluvia y fuertes vientos, sin luz, en penumbras, lo que hacía desolado un lugar sólo ambientado por el ulular de las ráfagas de aire que movían peligrosamente anuncios, espectaculares y postes.
Poco más de 300 personas fueron llevadas al albergue temporal instalado en el edificio del Conalep, donde la presidenta municipal Gabriela Benavides, que asumió el cargo el 15 de octubre, explicaba que pronto les llevarían alimentos, ropa y cobertores, y que pronto también retornaría la energía eléctrica.
“Afortunadamente no hay personas muertas ni heridas, tampoco desaparecidas, hasta ahora sólo hay daños materiales por árboles y anuncios caídos, en la infraestructura urbana, así como inundaciones, nos preparamos a tiempo”, dijo en entrevista.
En todo el municipio no había electricidad, por lo que muy poco se podía hacer ante el riesgo que implicaba deambular por las desiertas pero inundadas y peligrosas calles y avenidas. Sólo había luz en el interior de la Administración Portuaria Integral (API).
Pero contra todos los pronósticos, el sábado fue completamente distinto a lo esperado, pues se habían ido el viento, la lluvia y las nubes, y un fuerte sol calentaba las calles, donde sin embargo todo mundo trabajaba ya en el reacomodo y la reconstrucción.
En la calle quedaron árboles y anuncios en el piso, destruidos, así como toldos y techos que resultaron endebles, y una gruesa capa de arena que cubría varios sectores del bulevar costero Miguel de la Madrid Hurtado, arrastrada por el fuerte oleaje de la noche anterior que hasta esa zona había llegado.
Pero ya se hacía la limpieza en muchísimos lugares, donde solidariamente propios y extraños se ayudaban y ayudaban a elementos del Ejército mexicano pues se había implementado el Plan DN-III-E de auxilio a la población.
Por todos lados se observaba maquinaria pesada y camiones de volteo respaldando la tarea del personal militar y de trabajadores del ayuntamiento, resguardados por elementos de Tránsito y Vialidad, mientras que de las instalaciones de la VI Región Naval salían ya caravanas y personal también para participar en la inmediata reconstrucción.
Ese era el panorama que se observaba en todo Manzanillo la mañana del sábado. Hasta la tarde se seguía trabajando, la población parecía haber vuelto a la normalidad, lo cual fue confirmado por la alcaldesa Gabriela Benavides, quien dijo segura: “¡Manzanillo está de pie!”.
Pero sólo Manzanillo, pues la realidad fue muy distinta en El Paraíso, un balneario en el municipio Armería, donde Patricia fue completamente destructiva porque los daños fueron totales.
Discussion about this post