Ciudad del Vaticano.-
Al recibir el 2016 con una misa en la Basílica de San Pedro, el Papa llamó a combatir el “río de miseria, violencia, hambre y persecución” que existe en el mundo, sumándose al “océano de misericordia”.
La mañana de este viernes, primero del año, Francisco presidió la celebración en la Solemnidad de María Madre de Dios y con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, que este año lleva por lema “Vence la indiferencia, conquista la paz”.
En su sermón dijo que “el misterio” del nacimiento de Jesús, que marcó “la plenitud de los tiempos”, contrasta con la “dramática experiencia histórica”, porque cada día se ven signos opuestos, negativos, múltiples formas de injusticia y de violencia que hieren cotidianamente la humanidad.
“A veces nos preguntamos: ¿cómo es posible que perdure la vejación del hombre sobre el hombre; que la arrogancia del más fuerte continúe a humillar al más débil, relegándolo a los márgenes más escuálidos de nuestro mundo? ¿Hasta cuándo la maldad humana sembrará sobre la tierra violencia y odio, víctimas inocentes?”, cuestionó.
“¿Cómo puede ser el tiempo de la plenitud aquel que pone ante nuestros ojos multitudes de hombres, mujeres y niños que huyen de la guerra, del hambre, de la persecución, dispuestos a arriesgar la vida con tal de ver respetados sus derechos fundamentales?”, abundó.
Constató que un “río de miseria, alimentado por el pecado”, parece contradecir la plenitud del tiempo de Cristo y aseguró que hasta los niños se dan cuenta de esto.
Pero advirtió que ese río no puede contra “el océano de misericordia” que inunda el mundo y al cual todos están llamados a sumergirse, dejándose regenerar, para vencer la indiferencia que impide la solidaridad, y salir de la “falsa neutralidad” que obstruye el compartir.
Tras la misa, al mediodía, el Papa se asomó a la ventana de su estudio personal, en el Palacio Apostólico del Vaticano, y desde allí bendijo a una multitud congregada en la Plaza de San Pedro.
En su primer Angelus de 2016 precisó que “Dios no promete cambios mágicos” ni “usa la varita mágica” sino que “ama cambiar la realidad desde adentro, con paciencia y amor”, por eso “pide entrar en con delicadeza” en la vida de las personas.
Dijo que es muy bello felicitarse al inicio del año, porque es signo de esperanza que anima e invita a creer en la vida, en que las cosas puedan ser un poco mejor, pero pidió a todos ser conscientes que, con el año nuevo, “no cambiará todo y que tantos problemas de ayer permanecerán también mañana”.
Prefirió felicitar a la multitud con una “esperanza real” y les deseó “que el señor haga resplandecer su rostro” sobre ellos, porque –insistió- descubrir ese rostro “vuelve a la vida”.
Más adelante precisó que la paz debe ser cultivada y conquistada por todos, lo cual incluye “una lucha en el corazón” de cada ser humano, porque enemiga de la paz no es solo la guerra, sino también la indiferencia, que hace pensar únicamente en nosotros mismos y crea barreras, sospechas, miedos y cerrazones.
Constató que en la actualidad se tienen muchas informaciones, pero a veces los hombres se sumergen tanto en las noticias que son distraídos de la realidad, del hermano y de la hermana que tienen necesidad de uno.
Por eso instó a comenzar por abrir el corazón, despertando la atención al prójimo, porque ese es el camino para la conquista de la paz.
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