Washington, E.U.- Luego de la victoria de los republicanos en las elecciones de medio término del 4 de noviembre pasado, la lucha por los electores latinos amenaza con convertirse en un resbaladizo campo de batalla para el presidente Barack Obama y el liderazgo del Partido Republicano, de cara a las presidenciales de 2016.
La disputa por los votos de aquellos a los que hasta hace poco se consideraba como electores no indispensables, revela hasta qué punto ambos partidos disputarán palmo a palmo ese mapa demográfico de Estados Unidos en la lucha por la Casa Blanca.
A diferencia del pasado, cuando la economía era la clave de unas presidenciales, en las generales de 2016 la demografía será la clave para llegar a la Casa Blanca.
Desde las elecciones de 2008, cuando Obama se convirtió en la esperanza del cambio, la coalición de minorías que conforman la nueva mayoría de Estados Unidos demostró su carácter estratégico. Particularmente en los denominados “estados columpio” o de lealtades cambiantes, donde el voto de los hispanos podría inclinar el fiel de la balanza.
“Dudo mucho que los republicanos quieran conformarse con un tercio de los votos hispanos, como ocurrió con Mitt Romney en 2012”, aseguró Allan Lychtman, historiador de la Universidad Americana, quien vislumbra una dura batalla por el voto de los latinos en las presidenciales del 2016.
“De ahí que las presiones a favor de hacer realidad una reforma migratoria perseguirán no sólo al presidente Obama, sino también al liderazgo republicano que deberá de recomponer su maltrecha unidad y revisar sus posturas”, añadió Lychtman.
En las elecciones de 2012, Romney sólo consiguió el respaldo de 27% de este sector, contra 71% obtenido por Obama.
Desde entonces, sin embargo, la lealtad del electorado hispano se ha convertido en un elemento escurridizo en aquellos estados donde esta minoría juega un papel crucial, como Florida, Nevada, Nuevo México o Colorado.
Como muestra, el voto de los hispanos en las pasadas elecciones en estados como Georgia, donde el gobernador republicano, Nathan Deal, cosechó 42% de los votos latinos. Aunque es muy cierto que su oponente demócrata, Michelle Nunn consiguió el 57% del voto latino, el respaldo de los hispanos al republicano tuvo un carácter más que testimonial.
En Texas, el candidato republicano Greg Abbott consiguió el 44% de los votos latinos, mientras que su adversario demócrata, Wendy Davis, se alzó con el 55% del voto hispano.
Es decir, un apoyo de los hispanos que difícilmente podría considerarse marginal. Cabe aclara que la gubernatura la ganó Abbott.
Aunque a nivel nacional los demócratas se impusieron entre el electorado hispano en una relación de 62% contra 36%, lo cierto es que el apoyo de los latinos ha dejado de ser un puerto seguro.
ENTÉRATE
Como muestra, el voto de los hispanos en las pasadas elecciones en estados como Georgia, donde el gobernador republicano, Nathan Deal, cosechó 42% de los votos latinos.