Washington, D.C. / Oct. 28
Desde hace 148 años, cuando nació el actual sistema bipartidista en Estados Unidos, ningún candidato republicano ha podido llegar a la Casa Blanca sin el apoyo de Ohio y sólo dos demócratas —Franklin D. Roosevelt y John F. Kennedy—, han conseguido la presidencia sin el respaldo de ese gigante demográfico de poco más de 11 millones de habitantes y 20 votos electorales, donde Barack Obama y John McCain se juegan hoy buena parte de su futuro político.
Incrustado en el corazón del medio oeste, donde el poder de la Biblia ha sido indisociable al ejercicio de la política y donde recientemente la revista Forbes identificó la mayor concentración de ciudades industriales a punto de desaparecer, ambos candidatos se disputaban la geografía de uno de los estados más castigados por la recesión.
Entre las localidades que ayer recorría Obama, en el último tramo de su campaña, se encontraban Canton, Akron y Cleveland, ciudades donde el efecto de una depresión económica a cámara lenta ha marcado el gradual y más importante realineamiento político de Ohio en el último cuarto de siglo, para convertir a este tradicional bastión de lealtades republicanas en un terreno propicio para el cambio que reclama el candidato demócrata, quien se mantiene a la cabeza de las preferencias con un margen de entre 6 a 10 puntos de diferencia frente a John McCain.
“Todos los indicios y evidencias indican que el próximo 4 de noviembre Ohio se inclinará hacia una victoria de Obama”, aseguró Alexander P. Lamis, profesor de ciencia política en la Universidad de Cleveland.
Convencido del efecto pendular y de un gradual proceso de realineamiento político que se hizo evidente dos años atrás en Ohio, con la elección del demócrata Ted Strickland como gobernador y la derrota de los republicanos en las legislativas, Lamis asegura que las condiciones que permitieron la victoria de los demócratas en el 2006, son las mismas que le han allanado el camino a la candidatura de Obama. “Las elecciones del 2006 marcaron el retorno de los demócratas después de una generación de dominio republicano. Y las tendencias a favor de ese cambio siguen estando vigentes”, añadió Lamis.
A favor del diagnóstico del especialista, está la situación económica de la clase media que lo ha perdido casi todo en el curso de las últimas tres décadas. Ésta se ha convertido en un ejército de electores frustrados dispuestos a revertir una situación que ha vaciado a las grandes ciudades de su corredor industrial, donde la pérdida de empleo (7.2%) supera a la media nacional.
Y, en contra de su diagnóstico, la muralla racial y religiosa que ha operado durante casi un cuarto de siglo a favor de los republicanos. Y es que, a pesar del empuje demócrata —en centros urbanos como Columbus, Dayton, Cincinnati, Columbus, Cleveland y Toledo—, el enclave rural sigue respirando por la vena republicana.
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